TORIBIO CHENGO Y CECILIO GALLO : TROVADODORES DE MALACASÍ

  TORIBIO CHENGO Y CECILIO GALLO : TROVADODORES DE MALACASÍ 

“Quiero escribir, pero me sale espuma,
Quiero decir muchísimo y me atollo;
No hay cifra hablada que no sea suma,
No hay pirámide escrita, sin cogollo”
César Vallejo. Intensidad y Altura.


Dos antípodas antropológicas, dos caracteres diferentes, dos cantores  disparejos,   fueron esos dos amigos Toribio Cabrera apodado Chengo y Cecilio Sánchez apodado Gallo de los primeros tiempos que poblaron el pueblo de Malacasí.

Toribio Cabrera,  fue un zambo venerable y  respetuoso, alto como un poste y con un poco de joroba,  juglar de nacimiento, improvisador de décimas y cumananas, que cubrían el amplio espectro de las emociones humanas; desde la tristeza metafísica y telúrica del yaraví andino,  hasta la eufórica, bullanguera y  altisonante del tondero Morropano. Chengo fue un gran cultivador  del arte de la versificación, de la frase quimbosa, de la improvisación  precisa y oportuna, acorde con su fama de buen cantor del pueblo, que se batía en duelos de versos de contrapunto, que podían prolongarse indefinidamente como el famoso mester de juglaría de la edad media. La plenitud y esplendor del artista de la copla, de la cuarteta, de la octavilla, de la décima, o del soneto, se hacía sentimiento puro cuando Chengo improvisaba sus cantos, que se continuaban por horas interminables en las despedidas de los párvulos, que morían cuando recién aparecían a la vida. Chengo dedicaba sus mejores cantos de despedida versificando  durante toda la noche al lado de los angelitos muertos y eran como los  salmos sagrados cargados  de música, llenos de sentimiento y dolor.

En una Pelea callejera  que protagonizo un día de tragos, Chengo, que como buen peleador nunca rehuyó  ningún tipo de duelo, había perdido por completo el pabellón de la oreja, que le fue cercenado por un filudo cuchillo,  y solo le había sobrevivido la base del orificio de entrada al oído, que  se apreciaba como un hoyo  adentrándose  en el costado de la cabeza, semejando  la forma de un potito o cojudito  con el que se liba chicha.

Cecilio Sánchez, apodado Gallo en cambio era un hombre  bajo de talla, andino de raza, carácter reservado, serio y no partidario de las bromas,  salvo en escasas ocasiones, y se lucía más como un peleador, un fajador que podía batirse a golpes con cualquier hijo de vecino. Aparentaba  siempre,  cara de pocos amigos pero en el fondo era un buen hombre y buen conversador cuando se conseguía cierta amistad con él, y alimentaba  pretensiones de poder convertirse en un versador. Aún  cuando no había heredado el arte de la versificación  de los juglares que abundaban en Morropón,  Cecilio Gallo, si podía improvisar de vez en cuando algún cuarteto o décima cuando la casualidad le favoreció.

Un día domingo estaba Cecilio Gallo, compartiendo unos tragos en una chichería  con algunos amigos,  cuando vio que desde el fondo de la calle se acercaba Chengo con su alforja al hombro,  trayendo algunos frutos de su chacra. Cecilio decidió provocar  a Chengo  con un cuarteto  de mal gusto, sobre la oreja mocha de éste , y habiendo llegado éste  frente a la chichería, Cecilio tomo su guitarra y lo recibió improvisando  el siguiente canto:

Dicen que Chengo es amigo

Y no lo puedo olvidar,

Cabeza de zambumba,

Oreja de poto de mear.

Chengo como buen juglar asumió el reto y brindó con su amigo un buen poto de chicha mientras preparaba la mente, para la réplica. Llegado el momento después de algunos tragos, Chengo afino la voz,  rasgó la guitarra con gran destreza  y replicó diciendo.

Mira Cecilio te digo,

Más vale medio que un real,

Es decir siendo sencillo,

Pa llevarlo en el bolsillo,

Llevarlo para gastar, 

¡Contéstame so mierda

Si sabes cantar!

Cecilio Gallo acusó el golpe y se quedó mudo,  pues  siendo un  aprendiz de juglar no pudo duplicar ni siquiera un verso más, pues estaba frente a un maestro  que podía improvisar todo el tiempo, como lo hacía cuando cantaba a los niños pequeños que morían en Malacasí, narrando en sus versos toda la historia de sus padres y sus familiares. Cecilio Gallo  prudentemente opto por despedirse y se alejó bien escarmentado por la contundencia de la respuesta recibida, poniendo fin a sus intentos de convertirse en juglar.

Así fue  Chengo,  y aunque han pasado los años, no se ha podido extinguir la imagen de este anciano bonachón que supo ganarse el cariño de todos los habitantes de Malacasí y especialmente de los niños que escuchábamos anonadados sus cantos  angelicales que llenaban todas las noches tristes de oscuridad y pena profunda. No obstante este percance, Chengo y Cecilio siguieron siendo amigos, protagonistas de trago abundante y de peleas callejeras. Nunca hubo ningún otro intento por parte de Cecilio de retar a duelo de juglares ya que la sapiencia y superioridad de Chengo no dio lugar a que esto sucediera. Si se cuenta, que en otra ocasión ambos amigos se retaron a un duelo pero  de trago limpio de cañazo de primera, y se mantuvieron bebiendo este licor durante tres días seguidos hasta que ambos casi al mismo tiempo se quedaron privados y saturados de una gran intoxicación que casi les cuesta la vida, pero que  concluyó sin triunfadores.

Ambos personajes mantuvieron su amistad hasta el término de sus vidas que  sucedió cuando ambos alcanzaron una edad muy avanzada. Dicen que el día que Chengo murió, el árbol de uvero que había en la puerta de su casa, se llenó, de chirocas y tordos que cantaron  sin parar por más de cinco horas, como despidiendo al gran maestro cantor de todos los tiempos malacasinos. También dicen que en el día de los angelitos que se celebra en el mes de noviembre se siguió escuchando y por muchos años durante las madrugadas los cantos tristes de Chengo, que aún mantiene en la otra vida esa buena costumbre, pero allá sí, rodeado de  todos los angelitos de Malacasí que gozan con él la felicidad que se siente cuando se comparte la eternidad junto a Dios.

Queda pues registrada esta lectura malacasina en la historia para que no olvidemos que la amistad siempre está por encima de resentimientos cuando es limpia y verdadera.


octubre 2021.