El PECHE O HUANCHACO DE MALACASÍ.

 

EL PECHE  O HUANCHACO DE MALACASÍ


En los  sembríos de  arroz

frente de Malacasí

que de niño conocí,

Los peches cantan de a dos.

 

Mostrando el rojo  pechito,

 se disparan hacia el cielo

para alabar al bendito.

Señor del monte Carmelo.

 

Peche o Huanchaco de ayer

Negro y rojito fulgor

por los campos del calor  

Ya no te podremos  ver.

 

Peche o  Huanchaco avecilla

carboncillo y carmesí.

no estarás  más  en la trilla

de arroz, en Malacasí.


Con la desaparición de los cultivos del arroz en la campos de Malacasí, comprobamos  con mucha nostalgia, que los peches también se han ausentado, dejándonos solo el recuerdo grabado en la memoria, aquellos tiempos en que embelesados disfrutábamos contemplabamos los malabares que los peches ejecutaban en el aire. Estas graciosas avecillas de color negro y  pectoral  rojo, son parecidos a las putillas, pero dos o tres veces más grandes y  con dos líneas blancas al costado de los ojos que se unen hacia atrás  alrededor de su cabecita formando un semicírculo como si fueran el remedo de un solideo inconcluso de algún obispo. Tienen la particularidad de elevarse en forma violenta y vertical hacia el cielo emitiendo un silbido  agudo para llamar la atención de las hembras y se dejan caer planeando y produciendo gorjeos continuos  hasta alcanzar el suelo. Habitan desde Ecuador,  el norte peruano hasta las pampas argentinas donde se le conoce con el nombre de Loica , y todo el centro oeste de América del Sur, Brasil, Paraguay   Uruguay y norte de Chile.

En Trujillo, el balneario más famoso de la región por su variada comida, exquisitos pescados y la calidad de sus olas marinas especiales para la practica del surf , lleva el nombre de Huanchaco como  reconocimiento a su presencia milenaria. En cajamarca también  se le reconoce mediante leyendas y canciones populares que forman parte del folclore, presente desde tiempos ancestrales.

Lamentablemente en Malacasí casi ya no existen, dejándonos la lección, de  lo que perdimos por no cuidar nuestro patrimonio, para contentarnos por conocer a los peches solo por fotografía, porque hasta de nuestros sueños han desaparecido.