NICOLÁS TINEO RIOS: NACIDO PARA EL AMOR.
“ y al establo cercano luego pasa,
la silueta calmosa
de un buey color de oro,
que añora con sus bíblicas pupilas,
oyendo la oración de las esquilas,
su edad viril de toro”
César Vallejo
Como Cupido el hijo de Afrodita , Nico Tineo Ríos vino al mundo signado por el don del amor, Juan Tenorio de alto vuelo, máximo exponente del arte amatorio y cazador infalible de la mínima oportunidad con las niñas más bonitas de Malacasí. En su vida, Nico procreó más de dieciséis hijos, con no menos de cinco mujeres en el lapso de cincuenta años. Se calcula que Nico disfrutó del cariño de no menos de quinientas amantes en setenta años de vida, en diferentes lugares, ciudades y tiempos, todas ellas mujeres atractivas, hermosas y bien proporcionadas. Culminó Nico, fresco y entusiasta la última década del Siglo XX y volvió a Piura de sus orígenes, emulando a los perseverantes y adultos peces salmones que venciendo todos los obstáculos, retornan al lugar donde nacieron remontando las fuertes corrientes de los ríos helados que bajan torrentosos desde las montañas y glaciares del Reino Unido, para fundirse en las aguas heladas del Mar del Norte. Y así Nico retornó a Piura cargado de experiencias y algunos de sueños no realizados, pero con la esperanzas de vivir su tranquilidad de guerrero otoñal, junto a su esposa sus hijos y nietos.
Si bien es cierto que dejó de ser el insaciable viril macho de otros tiempos, mantuvo intacta la clase de conquistador que practicó toda su vida, como el caballo viejo de la canción venezolana, orgulloso buscando siempre alguna potranca, suelta en la sabana, como para no perder los reflejos. El homo-eroticus Nico se consideró de sexo internacional ya que fornicó insaciable con diferentes mujeres de muchas nacionalidades: mexicanas, bolivianas, chinas, japonesas, ecuatorianas, chilenas, argentinas, colombianas, cubanas brasileñas, españolas, etc., en los lugares más insólitos que la mente humana más audaz pueda imaginar. No se sabía cuál fue el secreto de tanto éxito en la conquista del amor, que Nico tuvo con tantas mujeres en su vida, ni la causa para que ellas le hubieran atesorado tantísimo cariño, pues aun cuando él hubo terminado su relaciones con cada una, éstas siempre le siguieron guardando un amor incondicional, y sin límites. Se especulaba que el plus de Nico radicaba en que era un fajador bien acelerado que hacía alcanzar el clímax total a las mujeres, elevándolas hasta el infinito cielo, arrebatadas hasta el colmo del placer y en esta capacidad solo se codeaba en ligas mayores con el negro Pitingo de Morropón que fue el más grande proto-macho de todos los tiempos.
Me reencontré con Nico en Lima el año 1969 cuando Él era ya un respetable policía en la Sexta Comisaría del Cercado de Lima, y esa vez fue cuando aproveche la oportunidad para preguntarle en forma directa sobre el secreto de su éxito en arte de amar. El, mirando sin dirección hacia el infinito , como perdido en su laberinto, con la mirada de un calmo y viril toro reproductor, me confió que además de ser bien dotado, dominaba el arte de saber encantar, de convencer, de interesar, de enamorar, también sabía leer en los ojos de las mujeres, cómo se morían por un poquito de su cariño, pero su mejor arma de persuasión, estaba en un refinado polvillo que elaboraba a partir de corazón disecado de la putilla, que es un pajarito negro de pecho rojo de la buena suerte. Este mismo pajarillo se conoce en toda la región de Áncash como Cuya-Cuya y el polvillo es conocido como del buen querer y sirve para alocar a las mujeres, que era el propósito con que Nico lo usaba. Nico se conseguía el corazoncito de la putilla, lo diseca al sol durante treinta días y luego cuando ya estaba bien deshidratado, lo molía y remolía hasta dejarlo casi como polvo de leche, lo guardaba en un frasquito chiquito que llevaba toda su vida en el bolsillo. Cuando iba con sus amigas a alguna reunión o fiesta, en cualquier descuido mezclaba un poquito del polvo de corazón de putílla con leche, con cerveza , con coca cola , con chicha o cualquier otra bebida y listo. Cuando la dama bebía el compuesto, quedaba expuesta totalmente a su disposición. Este secreto del Cuya-Cuya nunca le falló a Nico porque la mujer quedaba como embelesada y trastocada por un deseo incontrolable de ser poseída por el amor.
El comienzo fue en 1958 cuando el
joven púber Nicolás Tineo Ríos, nacido para fornicar
-cual Zeus, padre de los dioses Griegos que solía metamorfosearse, adoptando
forma de diversos personajes y animales, para poseer a cada Diosa que le resultaba atractiva
en sus dominios del Olimpo, empezó
su vida acelerada y exitosa con las mujeres. El precoz conquistador,
tan aparentemente tranquilo, se convirtió entonces en la
arrolladora maquina sexual que sólo
podemos comparar con José Arcadio Buendía uno de los personajes
maravillosos de las narraciones
fabulosas de Gabriel García Márquez en “Cien Años de soledad “ o
en “
En esa época cuando la mayoría de los muchachos, por no decir todos, se iniciaban en el campo de Venus debutando en la zoofilia burrera, Nico nunca mostró interés por esos animales de orejas largas y con aires de experto en el tema, decía yo ya ejerzo otras prácticas de adultos.Solo quedan en la memoria algunos, recuerdos de sus andanzas en Malacasí porque tan luego Nico terminó sus estudios en Tumbes, vivió muy poco tiempo en el pueblo de Malacasí y se marchó hacia Lima para integrarse como miembro eficiente de la Benemérita Guardia Civil, profesión que ejerció con valentía y responsabilidad, haciéndose respetar en todas las circunstancias que exigieron su presencia.
Nico salió muy joven de Malacasí cargado de ilusiones, pero los amigos que quedaron no pudieron emular sus cualidades, porque Nico, nacido para el amor, era irrepetible, sin embargo, casi todos como él recibimos en el pueblo las primeras experiencias amorosas y los cariños de alguna niña bonita que nos hicieron crispar los sentidos del amor, y por algún tiempo compartimos con ellas afectos mutuos que se quedaron petrificados en el tiempo, guardados en los corazones, para acompañarnos como idilios muertos de esos compromisos menores, que marcaron el asomo del amor en el recorrido que nos deparaba la vida. En lo que sí imitamos a Nico, fue en seguir la ruta que él no trazo en su avance a retos mayores, y un día triste que no me agrada recordar, muchos de nosotros partimos sin retorno de Malacasí a las cuatro de la madrugada en el ómnibus EXPRESO CORSA BLANCA, cargando todo nuestro exiguo pasado, en la oscuridad de una noche cargada con el dolor que se debe sentir cuando nos arrancan el corazón.
octubre 2021.