DON TEODORO ABRAHAM DIAZ CALONGE: PADRE , MAESTRO Y AMIGO

 

DON TEODORO ABRAHAM DÍAZ CALONGE; PADRE MAESTRO Y AMIGO .

Al brillar un relámpago nacemos

y aún dura su fulgor cuando morimos;

¡tan corto es el vivir!

La gloria y el amor tras que corremos

sombras de un sueño son que perseguimos;

¡ despertar es morir !

( G.A.Bécquer )

En la media mañana del día 6 de marzo de 1958, se acabó para siempre la vida de don Teodoro Abraham Diaz Calonge, después de su permanencia temporal en esta tierra, que duró 61 años, para ir a encontrarse con el dueño de la verdad, por un tiempo indefinido y sin retorno. Su muerte fue para  descansar en paz y  un alivio para poner fin a su mal, que lo agobió por más de tres  años y que él con gran  sapiencia, supo manejar con apariencias para no agobiar de pena a su familia.

Mi padre fue un hombre, pequeño, jovial, extrovertido siempre derramando felicidad , educado y  solidario con los necesitados, practicando la fe  del Apóstol Santiago que dijo Muéstrame tu fe, y yo te mostrare mis obras. y sabiendo que muchas veces  esas caridades superaban el límite de sus posibilidades, pero aún así no dudaba en hacerlas. Nació en la ciudad de Ascope en el departamento de Trujillo  el 9 de noviembre de 1897 y fue uno de los cuatro hermanos que componían la familia. Se educó en el emblemático colegio San Juan de Trujillo después de lo cual se integró a formar parte de la Pea, y siendo muy joven emigró a la ciudad de Lima donde  desempeñó diferentes trabajos administrativos y de oficina  hasta 1934. En el año 1935   fue contratado como administrador de la hacienda San Martín de Congoña, ubicada en la provincia de Huancabamba y muy   famosa desde tiempos coloniales,  desempeñándose en este servicio hasta 1940, pero antes se comprometió en matrimonio con mi madre doña Jesús Tineo, decidiendo luego trasladarse a la hacienda Serrán que  administró por dos, años hasta el año 1942 que consiguió ser nombrado empleado del Ministerio de Agricultura en labores del Senamhi, se  traslada al pueblo de Malacasí, instalándose allí a partir del año 1945  hasta el año de su fallecimiento.

Desde que tuve  uso de razón, entendí que nuestra conexión espiritual, fue mas Allá de la que tiene un padre con su hijo pues no solo se preocupó de que no nos falte un techo donde vivir, el alimento diario para subsistir, sino también  que me educara y recibiera los conocimientos, para permitirme una vida mejor, igualmente mi sentimiento religioso lo heredé de él, a quien observaba rezar muy contrito  tanto en la mañana como el tarde al acostarse, lo hacía persignándose primero y luego rezaba en voz alta la oración del Justo Juez. Cuando llegaban los días de vacaciones escolares, yo le acompañaba por las mañanas yendo  al rio a tomar medida  del volumen de agua  que circulaba  por el lecho del rio, y luego en la tarde nos íbamos al rozo a vigilar el sembrío de maíz que cultivaba en el caserío de la Alberca.

Mientras caminábamos al sembrío de maíz, yo lo acosaba con preguntas de todo tipo, que le hacia con hambre bíblico de conocimientos y El pacientemente iba aclarando y respondiendo todas mis preguntas hasta que todas las dudas eran plenamente contestadas. Con él aprendí   mis primera palabras en Inglés, y cuando nos sentábamos en el alero de la casa durante las noches oscuras mirando  el firmamento limpio cargado de incontables millones de estrellas,  me fue explicando la promesa que Dios hizo a nuestro padre Abraham, de hacer su descendencia tan numerosa como las estrellas del cielo: y  lo que era el inmenso universo, compuesto de, millones de galaxias, estrellas, planetas constelaciones y  cometas. Noche tras noche contemplábamos nuestra galaxia , cuya figura alargada y lechosa reconocíamos como el río Jordán y también a diferenciar una estrella titilante de un planeta cuya luz es fija y potente como Venus que brilla imponentemente azul. Me enseño a reconocer el planeta Marte por su color rojo nítido e indiscutible que se destacaba entre la maraña de cuerpos celestiales, apenas imperceptibles como luciérnagas que se perdían  en la profundidad  del cosmos. Ante tanta inmensidad, no había forma de comprender lo infinitamente pequeños que somos.

Cuando tuve que ir a estudiar a Chulucanas mi padre me visitaba un día cada mes y ese día lo gozaba plenamente, saliendo a almorzar en los restaurantes y comprar golosinas, algunas veces me llevaba a Piura para comprarme alguna ropa o zapatos. En uno de sus viajes me compro un reloj  que yo lucia con vanidad, pero que terminó sus días cuando lo metí al agua creyendo que de veras era una reloj acuático. Todo fue felicidad hasta 1958 en que mi padre partió a su encuentro con el Señor dueño de la vida, en esa época  aprendí el verdadero significado de no tener padre, pues, él se fue dejando un vacío en mi alma imposible de asimilar, y porque a partir de allí, tuve que caminar solo en la vida, logré terminar toda la secundaria y de pronto me vi solitario o como diría César Vallejo, Jueves será, porque hoy, jueves que proso estos versos, los húmero me he puesto a la mala, Y jamás  como hoy , me he vuelto con todo mi camino a verme solo.

Fue en  1966 al terminar mis estudios secundarios,  cuando mas necesitaba de la presencia de mi padre, para recibir el impulso vital que me permitiera empezar mi etapa de mayores responsabilidades y me aprestaba a venir a Lima a postular a mis estudios superiores, cuando recibí la sorpresa más oportuna de mi vida, pues cuando me fui a despedir del único tío muy querido, el Doctor. Mario Saldaña Ayesta, primo de mi padre,  a la par, presidente de la Corte Superior de Justicia de Piura y Tumbes, quien en ese último momento me confió  con la suavidad con que se posan los elegantes gansos blancos  del Danubio en el estuario del Mar negro, que mi padre había sido casado y  tenía  una familia  en Lima y que yo por ende,  tenía  cinco hermanas, que gozaban de muy buena posición económica, lo cual representaba una excelente oportunidad de que pudieran aligerarme en mis propósitos estudiantiles. Su hijo el Dr. Marco Saldaña Montoya, gran primo y mejor amigo,  fue  quien tuvo la delicadeza y la preocupación  de gestionarme el primer contacto con mi hermana Áurea Díaz Burga, lo demás lo hizo el Señor todopoderoso que hizo el cielo y la tierra, que todo lo prevee y todo lo provee.

Así fue como de la noche a la mañana de cuatro hermanos que éramos, pasamos a ser nueve en total, y llegado a Lima, pude conocerlas a todas y  comprobar lo que siempre decía mi padre don Teodoro Abraham Diaz, que Dios escribe derecho con renglones torcidos. Acá en Lima pude trabajar, estudiar y formar una familia, eso si, haciendo caso a las palabras de Jesús, que decía sobre  los fariseos, Haz lo que ellos dicen, pero no hagas lo que ellos hacen,  por eso, mi compromiso familiar ha sido único para toda la vida.

Los restos de don Teodoro Abraham Díaz Calonge, yacen en el cementerio de salitral y su nicho, fue construido a ras del piso por recomendación expresa de mi mismo padre, sobre la experiencia de que el cementerio de Ascope había sido arrasado por los torrentes de agua del año 1925 ,  extremadamente lluvioso, que se llevó la mayoría de los nichos y los huesos de los difuntos quedaron desperdigados por los campos cercanos.

En su recuerdo que fue mi padre, maestro y amigo,  y para que nunca lo olvidemos, ya que él por decisión propia siendo trujillano se hizo malacasino,  estoy escribiendo estas lecturas malacasinas que formarán parte de la historia de este pueblo donde nací y que lo llevo dentro de mi corazón y porque ya he despejado la duda de por qué, mi padre  no pudo contarme el  secreto de sus primeras cinco hijas, nacidas antes de su matrimonio con mi madre, tres de las cuales tenían  el mismo nombre repetido en ambos matrimonios, y yo que llevo el nombre de mi abuelo,  estando muy seguro, que fue para dejarme un recuerdo sin mancha que empañara los afectos de mi niñez y que ya siendo adulto, pudiera reconocer los indicios de un arcano armado en un rompecabezas que al develarse, juntaran  todas sus piezas, que nos permitieran reconocernos como hijos de un mismo padre. hecho que sucedió después de 35 años en que no hubo el mínimo contacto. 

Octubre 2021. 


                                            ORACION AL JUSTO JUEZ.

                                                Oh divino justo Juez

a quien adoro rendido

aquí  postrado a tus pies

el perdón Señor te pido.


Justo juez esclarecido

defensor universal 

de rodillas yo te pido

me libres de todo mal.


si en algún camino real,

algun hombre criminal

me quiera quitar la vida 

Tu Señor serás mi ejida.


Y me valga esta oración.

mi señor crucificado, 

y la herida de tu costado

sea mi dulce habitación,


pues tan solo al mencionar

tu Santo Nombre glorioso

he de salir victorioso 

de quien me quiere dañar. 


Oh divino Sacramento 

líbrame en todo momento

de bandidos y salteadores

ladrones y malhechores.


y a ti virgen Sagrada María

te pido de corazón 

me brindes tu protección 

en mi última agonía.


               Oh Sacratísima Cruz                          

de la gran ciudad de Sión

yo te ofrezco esta oración

diciéndote Amén Jesús