DON DELFÍN CARRASCO: MUERTE AL AMANECER EN MALACASÍ.
“Él te aplastará la cabeza
Y tú le acecharás el calcañar"
Muchos malacasinos nunca conocimos a don Delfín Carrasco, pero sí a su señora doña Margarita Jiménez, mujer muy trabajadora y genio fuerte, hermana de Don Juan Jiménez, agricultor sencillo, respetuoso. Don Juan Jiménez amaba a su chacra tanto como a su mujer, a pesar de que son amores diferentes, pero con el diluvio de 1983 el río se llevó su chacra y sólo quedaron, la mujer en su casa y piedras en la chacra, donde antes se producían las mejores paltas de Malacasí. Don Juan Jiménez sintió profundamente esta desgracia, pero siguió adelante, recuperando lo poco de tierra que quedó, y no perdió su ecuanimidad ni su buena postura, y siguió tan pulcro y digno al hablar, que jamás se le escuchó ninguna palabra gruesa u ofensiva, y cuando era necesario lo hacía con gran elegancia y decencia . Por ejemplo nunca dijo ¡carajo! En lugar de la lisura, su expresión era ¡Carrátilas! por ello, sus amigos cuando se referían a él, lo hacían con el apelativo de Carrátilas y la mayoría de la gente lo conoció de esa manera.
Por don Juan
Jiménez conocí la historia de la muerte de su cuñado don Delfín Carrasco que fue
también un agricultor que por desgracia y
lamentablemente le tocó ser la primera
víctima mortal de la mordedura de serpiente cascabel, en un amanecer fatídico de esos precarios comienzos de la vida en Malacasí.
En esa época, las viviendas se construían al borde de la calle y muy cerca de los matorrales, plantas de piñones, cuncunes, yerbasantas y chopos de jabonillos, que era lugar propio de las arañas, serpientes y otras alimañas, de manera que no era extraño, ver como las culebras se aparecían por la noche en los techos de las casas, precedidas del croar de los sapos y ranas sobre las pozas de agua que se formaban por la lluvia y cuyo canto cortaban las tenebrosas y oscuras madrugadas interminables. A las serpientes se las descubría particularmente al oscurecer, porque el vientre de color claro lechoso contrastaba con el color oscuro de los hatos de hojas de caña de azúcar con los que se cubría los techos, entonces se las ahuyentaba quemando madera de palosanto de fuerte olor llenando de humo las habitaciones. Las serpientes, animales maravillosos, creados por Dios son parte de una cadena alimenticia que regula la convivencia en el ecosistema, si ellas desaparecieran, el equilibrio de la cadena se rompería y se generarían problemas muy delicados. Por ello debemos proteger a estos animales respetando sus espacios y no matarlos por ningún motivo.
Pero el caso de don Delfín Carrasco aconteció una noche lúgubre y oscura en que el cielo se había vestido de luto, como preludio de ese acontecimiento funesto, cuando un heraldo negro disfrazado de serpiente crótalo, vino a llevarse a don Delfín de este mundo para encontrarse con sus ancestros. Las nubes que cubrían el cielo de insoportables tinieblas, dejaban caer gruesas gotas de lluvia, que se precipitaban como si grandes e interminables vasijas de agua se hubieran desplomado de repente desde el cielo.
Sucedió, que don Delfín quien dormía tranquilo en el lecho de su habitación completamente oscura, con el frío de la madrugada, escuchó el cacarear de las gallinas asustadas, y sentándose en el borde de su cama se dispuso a levantarse para averiguar lo que estaba sucediendo, sin imaginar que estaba viviendo los minutos previos a su encuentro con la muerte. En el instante que él puso los pies en el suelo, para acercarse a ver la causa del susto de las gallinas, lo hizo con tan mala fortuna que logró pisar muy cerca de una serpiente sumamente venenosa y mortal, casi pisándola y la respuesta fue violentísima y fatal.
Zas….seguido de un grito…. ¡Ay carajo! …. ¡ Me mordió la culebra , … dijo ! y el grito sonoro y desesperado retumbó en el silencio de esa madrugada fatal. A lo lejos el eco se esfumo en el infinito repitiéndose cada vez más débil, hasta que se perdió tragado por la soledad de la noche. Don Delfín, incrédulo y remeciéndose de miedo y dolor vio como en una película, todos los recuerdos de su vida, desde que se encontraba en el vientre de su madre escuchando los latidos del corazón, vio su nacimiento, los juegos de su niñez, las alegrías de su juventud, la emoción de sus primeros amores, los afanes constructivos de su primera vivienda y en fracción de segundos, recordó una a una, todas las etapas de su cotidiano vivir, sus amoríos con doña Margarita Jiménez , los nacimientos de sus hijos, la siembras en su chacra, los días felices con sus familiares que se presentaron por muchas generaciones anteriores a él, vivió en un instante las fiestas alegres con sus amigos etc. Todos estos recuerdos se agolparon como un relámpago violento, que se precipitó irremediable sin posibilidades de poder librarse, y en fracción de pequeños instantes que parecieron horas, se evidenciaron su pasado presente y futuro de un solo golpe, sin dejar otro espacio que no fuera el reconocer que el fin de sus días había llegado y que estaba pasando a formar parte de otra vida vida que es eterna, todo esto lo iba comunicando en voces apenas audibles.
El ardor del veneno le fue quemando y paralizando los músculos hasta alcanzar las entrañas y las profundidades del corazón que se fueron apagando incontenibles, hasta llevarlo al centro de la inconciencia que es el reposo final, cuando se pasa de la vida a la eternidad y sintió que una paz infinita le ocupaba toda su conciencia y se dejó llevar por esa sensación extrema, hacia situaciones que jamás había experimentado. Y así Don Delfín Carrasco entrego su vida ante el asombro e incredulidad de su familia y de todos los habitantes malacasinos que incrédulos, nada pudieron hacer por evitar ese penoso suceso.
El hecho de
esa muerte por mordedura de serpiente
cascabel no dejó de ser un recuerdo aterrador que movió los resortes
del pánico, pero el impacto en el
corazón de los niños fue violento y espantoso
que los llenó de miedo y pobló sus mentes
de violentas pesadillas por muchos años.
La
viuda, Señora Margarita Jiménez,
repuesta del terrible drama, luego de algunos años tuvo otro compromiso
con don Joaquín Aguirre, moreno, alto y
recio, marcadamente alegre y bullicioso que cantaba y tocaba muy bien la
guitarra y con quien procreó
otros hijos.
Asimismo años más tarde, don José Tocto, apodado Candela, también fue mordido por una serpiente venenosa, pero él haciendo uso de su gran valor, y un filudo cuchillo, se aplicó un corte preciso y profundo en el lugar de la mordedura, se hizo sangrar abundantemente, luego se colocó un torniquete que le permitió el tiempo para llegar hasta Piura y poder salvarse de una muerte casi segura.
La imaginación y el recuerdo guardaron estos sucesos por muchos años y se estaban perdiendo, por eso, con este documento en blanco y negro, se actualizan dichos eventos que sucedieron un día ya casi olvidado en Malacasi Y para que no terminen arrasados por el tren de los olvidos, o engullidos por otros sucesos mediáticos, que como los ventarrones de verano, inundan los espacios con su gran presencia, pero luego se pierden en la lejanía del horizonte sin dejar rastro.
Don Delfín
Carrasco y don José Tocto, en la infinita eternidad, comentarán con nostalgia esa muerte sucedida al amanecer y nos esperan pacientes en el más allá para
compartir con nosotros, todos los hechos que sucedieron en Malacasí después que ellos abandonaron
este mundo.