COSAS DEL MÁS ALLÁ : LA UR.
Desde año 1931 hasta 1963 existió un partido político de corte fascista llamado Unión Revolucionaria, UR, creada por Luis M Sánchez Cerro y liderada después de su muerte, por el político don Luis. A. Flores aspirante a la Presidencia de la República,
Rezagos de la efervescencia partidaria vivida en esa época, fueron las pintas con diferentes lemas y siglas que se hacían visibles en los árboles, en las paredes de las casas, en las grandes piedras al borde de la carretera y hasta en las faldas de los cerros. A la mitad del camino, entre Malacasí y Salitral hubo una curva muy estrecha, peligrosa y cerrada, flanqueada por una enorme piedra del cerro, que se angostaba hasta casi impedir el paso de los vehículos. Dicha curva fue conocida como la UR, porque en la pared misma de la colosal roca, se pintó bien grande y de color rojo, la sigla UR por los partidarios del partido Unión Revolucionaria y que permaneció por muchos años, hasta que la carretera fue ampliada, y la piedra dinamitada hasta hacerla desaparecer junto con la inscripción que le había dado el nombre.
Esa curva era temida porque se decía que durante las altas horas de la noche y en la madrugada, se aparecía un jinete sin cabeza montado en un caballo negro, brioso y chúcaro, espantando a todo cristiano que transitara por el lugar causándoles un frio tan intenso que los paralizaba de pies a cabeza.
Sobre esta aparición sobrenatural, hubo muchas personas que aseguraban que este fantasma fue de un bandolero excesivamente cruel, a quien sus propios compinches le llamaban el Demonio que en las épocas del bandolerismo, fue muerto por la misma gavilla de asaltantes, debido a sus acciones criminales extremas en el ejercicio del robo y asalto, a los arrieros, que transitaban conduciendo sus grandes piaras cargadas de toda clase de mercaderías.
Decían que dicho bandolero había enterrado un tesoro cerca de la UR y su alma
deambulaba sin esperanza, buscando algún algún cristiano valiente a quien entregar el
tesoro y de esa manera, le ayudara a librarse de sus penas, cosa que
nadie se atrevió a hacerlo, a pesar de que ya se había mostrado a algunos valientes que al escuchar su voz tenebrosa y cadavérica huyeron precipitadamente como un alma que lleva el diablo .
Otros contaban que frente a la
UR, exactamente al borde de un canal de regadío, había una olla grande repleta de objetos y joyas de
oro, enterrada por un gentil en tiempos anteriores a la
conquista; y que el alma de éste se aparecía con la apariencia de un hombre sin cabeza por las noches, para encontrarse
con alguien de gran coraje a quien
pudiera entregarle esa riqueza, para
librar su alma de esa atadura que le impedía dejar este mundo e ir al encuentro
de su Creador.
En una oportunidad, don Manuel Ríos quien tenía el don de ver las almas en pena, y también mucho valor para hablarles, a pesar de las escalofriantes voces con que ellas se expresan, intentó en varias oportunidades, hablar con el hombre sin cabeza y un buen día lo consiguió haciendo que el hombre sin cabeza le hablara a sus espaldas para no que le intimidara. El alma en pena, le contó que una noche fue decapitado por sus compañeros integrantes de la pandilla de asaltantes y que su cabeza fue arrojada al río, por lo cual nunca pudo recuperarla. Le pidió que le llevara un rollo de pabilo, para que le indicara con ese señuelo el lugar exacto donde se encontraba el entierro, pero que todo esto debía hacerlo completamente solo, sin ningún acompañante.
Don Manuel Ríos, obedeciendo dicha indicación, fue al lugar durante la noche, ubicó el sitio exacto donde terminaba el hilo, y se dispuso a sacar el entierro. No tuvo resistencia en la excavación porque la tierra era suavecita como si fuera harina de pan y pronto empezó a aparecer señales de una enorme olla de barro, llena de alhajas de oro, pero en ese momento que se disponía a sacar el entierro, escuchó de pronto el llamado de su esposa Rita, quien sospechando que don Manuel la estuviera engañando con otra mujer, lo había seguido sigilosamente. Tan luego se escuchó la voz de la señora Rita, don Manuel volteó sorprendido y automáticamente, el lugar que desenterraba quedó sellado como si no hubiera sucedido nada, la tierra se endureció y la olla de oro desapareció de su vista. El entierro había cambiado de lugar, frustrando la oportunidad que don Manuel se volviera rico de la noche a la mañana.
Pasaron los años y la UR que era un lugar solitario, se fue poblando de casas y la curva ya no fue nunca la más, ni solitaria ni peligrosa. Desaparecieron los fantasmas, junto con los árboles de zapote, las plantas de cardo santo, las plantas de borrachera y muchas otros cactus que la rodearon del misterio y alimentaron los miedos de la gente.
La UR, que alimentó nuestros sueños de niños queda perennizada en esta lectura malacasina para que no se pierda en los laberintos de la soledad y el olvido.
Octubre 2021.