MAURICIO CASTILLO.:EL HOMBRE QUE HABLABA CON LA NATURALEZA.

 MAURICIO  CASTILLO:EL HOMBRE QUE HABLABA CON LA NATURALEZA. 

 

Don Mauricio Castillo, fue un hombre menudito, morenito, de parco hablar y suave caminar, que posiblemente nunca pudo ir a una escuela en su niñez ni  tampoco estrenar un buen par de zapatos, pero siempre vistió con ropa limpia y un buen par de llanques de suave cuero de vaca. vivió con gran sencillez su día a día, sirviendo y  respetándose a si mismo y  a  los demás  Se ganaba el pan trabajando a destajo en las chacras, o en tareas propias de su condición, cortando leña, recolectando pasaya o sacando miel de abeja silvestre en los campos y en los cerros de Malacasí. Como todo buen pobre, celebraba sus fines de semana tomándose sus buenos traguitos con sus amigos y cuando se mareaba, se iba a dormir a su casa tambaleándose, pero sin causar ningún problema a nadie.

Don Mauro fue a su manera un hombre feliz, libre de prejuicios, envidias y de todas las miserias que esclavizan a la humanidad, mostrándose  siempre con alma limpia de impurezas y de corazón puro que vino a servir al mundo y no a servirse de él. Cuando en Malacasí alguien tuvo necesidad de conseguir miel de palo para preparar algún remedio, acudían donde don Mauro y él con su pasos lentos  se dirigía a su habitación  y sacaba la porción de miel de palo que le solicitaban.

Se contaba que Don Mauro, había trascendido ámbito de la comunicación humana conectándose con la trascendencia del cosmos,  por lo que tenía el don de  conocer el lenguaje de los animales, de las aves, las plantas, los reptiles  y  los vientos, por eso  caminaba gozoso a campo abierto o silbando canciones tristes y profundas,  por  los cerros en busca de las colmenas silvestres en los algarrobos, en los pasallos, hualtacos, uverales o cuanto árbol pudiera brindar a las abejas, la oportunidad de trabajar sus celdas repletas de miel. Cuando don Mauro se encontraba con las  abejas, les hablaba con mucho cariño, y con las palabras más precisas y  bonitas que se pudiera imaginar,  pidiéndoles  que le permitieran tomar un poco de miel de sus panales. Y dicen que las abejas le guiaban haciendo remolinos en el aire hasta el lugar de sus panales.Don Mauro entonces, abría cuidadosamente un tajo  en los troncos y tomaba, la mitad de la miel, dejando la otra mitad, para que las abejas no se quedaran sin alimento, tapaba cuidadosamente el panal y  se retiraba después de agradecerles a los pequeñas abejitas  por la miel que se llevaba. Luego, al retomar su camino, Don Mauro preguntaba al viento en donde podría encontrar otro panal, y el viento le respondía soplando y silbando sobre los árboles en dirección de sitio donde podría encontrarlo.

Don Mauro, alertado por los chilalos, las chiscas y las urracas también conseguía miel de tierra en los acantilados, precipicios  y laderas de los cerros, junto a grandes piedras y para él no había ningún secreto que no le hubiera sido revelado por la naturaleza. Don Mauro también hablaba con las aves, imitando el silbido de las chirocas, de las luisas, de los tordos, de las chiscas, de los loros, y ellas le alertaban de los peligros que podría encontrar en el camino por donde transitaba. Las ranas, los sapos, los abejorros, las cigarras, los grillos, y otros insectos también le hablaban en su lenguaje y él les comprendía todo lo que ellos le transmitían por ello era gran amigo del carnero y de puma, de la gallina y del águila, de la culebra y del zorro. El sabía que la naturaleza, los animales, los pájaros etc, hablan, pero hay que saber escucharlos, así lo  había aprendido de pequeño cuando escuchó la historia bíblica como una burra habló al profeta Balaam que estaba desobedeciendo las ordenes del Dios de Israel. Avisado por las angapilas, los guacaboes y el canto de las lechuzas, sabias que las almas se estaban despidiendo de este mundo.

Don Mauricio compartió los últimos años de su vida acompañado de Doña Lucila Díaz y de sus hijastros, en su casita modesta cerca de la bodega derruida y abandonada  de la hacienda de Malacasí, y como toda alma buena se extinguió como la crisálida de una mariposa que luego de un fino proceso de vida interior se levanta orgullosa mostrando su belleza por todos los cielos, Don Mauro voló a la eternidad dejando toda su estela espiritual  que ahora presentamos como un retrato escrito para que perdure mientras exista esta lectura en la historia de Malacasí.


octubre 2021