PITINGO EL BRUJO MÁS FAMOSO DE MORROPÓN.
Pitingo, igual que mandingo y viringo son palabras de origen calé del idioma gitano, resultado de la simbiosis con la cultura malgache, que se fusionaron cuando los españoles trajeron un buen grupo de gitanos al pueblo de Morropón para ayudar a los malgaches africanos en las labores agrícolas del cultivo del arroz. en los tiempos coloniales. Pitingo significa bullanguero, presumido, gracioso y calza con la imagen de los morenos que gustan lucir bien vestidos, proyectando una imagen de triunfador. En la ciudad de Nueva York es común ver morenos ricachones vistiendo ternos blancos, desplazándose en autos de lujo, exhibiendo costosas alhajas y relojes, resguardados con dos o tres guardaespaldas, además del conductor del vehículo.
Nicolás Guillén (cuba 1902-1989) del libro Sóngoro Cosongo.
La palabra mandingo o mandinga se refiere al ser maligno o diablo de la cultura malgache y muy presente en sus sesiones de brujería del vudú. Viringo en cambio se dice de un ser desnudo, tales son los perros viringos de la cultura mochica y que supervive en la actualidad en toda la zona norte del Perú.
la primera mitad del siglo pasada existió en Morropón un brujo Maestro malero apodado Pitingo pues su nombre de pila no lo conocemos. Era un brujo de temer, que practicaba la magia negra conectada con el Vudú y podía mandar a la otra vida a cualquier persona sin miramientos ni remordimientos, haciendo pócimas y jarabes y otros menjunjes mezclados con harina de huesos de cadáveres humanos que conseguía en el cementerio. Pitingo era requerido por personas venidas de todos los pueblos, hasta de Lima y del Ecuador acudían a Morropón en su búsqueda, para que les haga algún trabajo y Pitingo les solucionaba todos sus problemas, curaba todos sus achaques, realizaba algunos amarres matrimoniales, pero su trabajo principal era liquidar la vida de las personas a cambio de un pago y por el proceso conocido como el daño.
Quienes conocieron a Pitingo dicen que durante toda su vida, habría matado a más de mil personas y de muchas formas, ya sea con enfermedades raras, alocamientos repentinos que conducían al suicidio o cualquier accidente inesperado. Aseguraban, era compactado con el Diablo, de modo que nunca pudo ser capturado por la policía. Cuando en alguna oportunidad fue intervenido por las fuerzas del orden en su domicilio, o haciendo alguna mesa de brujería, el Pitingo desaparecía como por arte de magia y en la casa o el lugar sólo se encontraban animales y el ambiente se llenaba de un halo enrarecido, oscuro y extraño, como cargado de seres invisibles que movían las cosas o tan desolado, como si nunca hubiera estado habitado. Cuentan que Pitingo para burlar estas redadas policiales, se transformaba en algún animal, ya sea : chivo, perro, chancho, pato, pavo, gallo, chilalo, o en cualquier otro ser y desaparecía misteriosamente.
Se cuenta también, que Pitingo tenía una libreta de notas donde registraba todos los trabajos que ejecutaba, cuánto cobraba por los trabajos, y hasta cuántas mujeres pagaron el trabajo recibido, con favores sexuales. Pitingo era como un príncipe de los sátiros que fornicaba a las mujeres más bonitas que le requerían algún trabajo, haciéndolas gemir del placer hasta el desmayo, pues el sexo del Pitingo era de tamaño extra largo, y muy superior a lo normal. Testigos aseguran que se encerraba en su habitación hasta con cinco o seis mujeres para fornicarlas durante toda la noche, mientras esto sucedía, el ambiente se inundaba de luces multicolores:verdes, rojas, azules amarillas y los cuerpos dejaban proyectar imágenes de todas las poses en que Pitingo las poseía hasta el escándalo. Llegada la madrugada las imágenes de las mujeres se transformaban en hermosas cabras, chanchas, terneras y hasta en aves, deviniendo todo eso en un incontrolable aquelarre de brujos que acudían en espíritu a unirse a la fiesta. Pitingo finalmente se transformaba en un enorme marrano o en descomunal chivato, macho cabrío, de grandes cuernos y barbas de padrillo viejo, exhibiendo orgulloso sus grandes testículos y descomunal pene.
Cuando murió Pitingo, se encontró la libreta con los nombres y apellidos de todas las mujeres con las que había mantenido relaciones sexuales, pero este documento escrito con puño y letra, tuvo que ser quemado de inmediato porque en ella figuraban los nombres de casi todas las señoritas de Morropón y hasta de la niña Sabina, la señorita más señorita de todas. Pero la mujer más preferida como amante, era la Carmen China de Morropón, bruja flaca y cadavérica, malera consumada, que solo practicaba la magia negra en todas sus formas.Como era compactado con el Diablo, Pitingo tenía la obligación de entregar el alma de alguna persona cada año, y si se trataba de algún familiar muy querido, esto era más meritorio ante los ojos de Satán. Pitingo tuvo la temeraria intensión de querer entregar el alma de su hijo, pero cuando éste era llevado a la sesión de entrega, fue salvado por la madre, quien sospechando de las intenciones de Pitingo, le arrebató al niño y llevándolo en sus brazos huyó lejos de su alcance y lo cuidó con extremo amor y esmero hasta cuando este fue un jovencito capaz de defenderse por sí mismo. Contaban quienes le conocieron, que cuando estuvo por partir hacia la otra vida, cayó muy enfermo, y padeciendo con grandes sufrimientos entraba en coma con mucha frecuencia, y no soportaba que hicieran rezos ni oraciones por su alma, tampoco permitió que hubiera imágenes sagradas en su habitación porque le causaban pánico. Tras larga y sufrida agonía que se prolongó por muchos días invocando en sus trances a Satanás y aunque algunas veces se quedaba quieto como un cadáver, luego de unos momentos, volvía a resucitar y no tenía cuando terminar de morir definitivamente. Cuando murió por un tiempo prolongado, los familiares creyéndolo cadáver, decidieron no hacerle ningún velatorio temiendo que éste resucitara en cualquier momento; pero mientras era llevado al cementerio para darle sepultura, Pitingo resucitó en el trayecto en tres oportunidades. Se sentaba en el ataúd, pedía su calabaza de chicha para beber y extrañado mirando a todos, preguntaba a dónde lo estaban llevando e inmediatamente se desmayaba y tendía nuevamente en el cajón.
Llegado al cementerio, y temiendo que vuelvan a repetirse las mismas situaciones, los familiares, seguros que ya Pitingo estaba en poder del mismísimo diablo, ordenaron que fuera enterrado aunque estuviera vivo, para que así no tuvieran la mala experiencia de verlo resucitar una vez más. Dicen que la Carmen China de Morropón, la bruja que se transformaba en chancha, era la mujer que más se lamentaba derramando abundantes lágrimas y manifestándose inconsolable y hasta con intenciones de suicidarse, pues siendo ambos adoradores de Satanás ella quería acompañarlo en su trance a la otra vida. El día del entierro de Pitingo, siguió una noche extremadamente oscura y tenebrosa , solo alumbrada por enormes llamaradas que se levantaban desde la cima del Cerro Pilán, lugar donde los diablos dieron la bienvenida al compactado y se lo llevaron a las profundidades del infierno. Pitingo fue enterrado en el Cementerio de Morropón donde es visitado frecuentemente por muchos brujos y hechiceros practicantes de la magia negra, que siguen su misma línea maligna y pasan por la vida solo para hacer el mal. Ellos para asegurar la eficacia de su trabajo malero han robado su calavera y la usan en sus mesas como amuleto protector.
Muerto Pitingo, todos los objetos y amuletos de su mesa de brujería fueron repartidos entre todos los brujos maleros y los aprendices que lo veneran como el más malo de los malos.
Hacemos este retrato de Pitingo porque en malacasí fue muy mencionado y difundida su historia por muchos años y hasta algunos brujos quisieron ser sus seguidores, sin saber que nunca podrían haber podido serlo, pues para eso era necesario haber participado de sus aquelarres diabólicos, y además, porque en el calendario maléfico de los satánicos, El Pitingo era irrepetible.
octubre 2021.