LOS HUAQUEROS DE MALACASÍ EN SEMANA SANTA.

LOS HUAQUEROS DE MALACASI EN SEMANA SANTA.

Yo soy un huaquero viejo 

que viene de sacar huacos 

de la huaca mas arriba 

de la huaca mas abajo.

El huaquero, marinera  de Miguel Paz


En 1950, el pueblo de Malacasí  semejaba por su tranquilidad, y la precariedad de sus viviendas, a un pueblo fantasmal tal cual era el pueblo de Cómala de la novela Pedro Páramo del escritor mexicano Juan Rulfo. Poco movimiento de camiones que transitaban muy escasamente desde Piura hacia Huancabamba y viceversa. No existían omnibuses de pasajeros pues solo transitaban camiones cargados de productos cultivados en la sierra Huancabambina, y las personas que por razones urgentes tenían que viajar a Piura lo hacían parados o sentados sobre los productos cargados en la carrocería de los camiones. 

Pero a pesar de ser así de tranquilo, cuando llegaban los días de Semana Santa todo todo Malacasí se desparramaba de fervor católico, recordando la vida, pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo, observando con profundo respeto todos los momentos narrados en los escritos Bíblicos y principalmente en el Nuevo Testamento.

La fiestas de semana santa comenzaban desde el miércoles de ceniza, luego en Domingo de Ramos, que  se vivía con mucha intensidad recordando la entrada de Jesús en Jerusalén  montado en su burrito; y finalmente la Semana Santa propiamente dicha, que empezaba el día Jueves Santo, con la captura de Jesús en el Huerto de los Olivos despues del beso traicionero de Judas Iscariote; luego  el dia Viernes Santo, el juzgamientos, la condena, la flagelación, la coronación de espinas, el camino al calvario, cargando una  pesada cruz mientras era flagelado por los soldados romanos y finalmente, la Crucifixión y muerte , flanqueado por dos ladrones. Estos dos días se guardaban con profundo respeto y recogimiento, no se podía, reír, cantar, oír música y menos bailar, tampoco se podía comer carne, solamente se podía comer pescado, y el plato favorito era La mala Rabia, preparado en base de pescado blanco, platanos maduros con queso, y la infaltable menestra.Los niños no se podían ir a bañar al rio, porque se podían convertir en pescaditos, y tampoco se podían pelear, ni pegarse de puñetes porque hacerlo, era como pegarle al mismo Jesús. Las familias más ortodoxas daban  el ejemplo vistiendo de luto el Jueves y Viernes Santo.

El día jueves por la noche, exactamente a las doce, para amanecer viernes, era la Noche de las Tinieblas y el diablo andaba suelto y afanoso para entrar a los hogares, por eso,  al tañer de la Campana accionada por don Juan Viera, se apagaban todas las luces de las casas y de todo el pueblo y las personas realizaban cacerolazos por la sala, el comedor, los dormitorios, la cocina y en todos los rincones, gritándole al Diablo que se fuera  de la casa, ¡ fuera mamón de mi casa ! ¡ largo de aquí maldito, indeseable! y ¡fuera de aquí, no te  queremos ni un minuto?¿Fuera Satanás? y cuando  repicaba  nuevamente la campana  todo se iluminaba con los candiles y se creía que el diablo había sido expulsado, la luz de Dios había regresado nuevamente para iluminar al mundo. La noche de las tinieblas había pasado.

El día Viernes Santo era un recogimiento total, y se creía que mientras Nuestro Señor Jesucristo estuviera muerto, todas las tumbas, entierros y tesoros se abrían y podían ser sacados de la tierra, por eso muchas personas  se habían especializado en el huaqueo por las diferentes huacas o cementerios pre-incas  cercanas a Malacasí, que al menos eran unas cinco o seis :La Huaca Malacasí, ubicada a pocos metros del cerro; la huaca Jesús Diaz, la huaca Modesto Montalbán, la huaca Juan Viera, la huaca Vicente Palomino, la Huaca Nicanor Cruz, qué fueron muy y saqueadas por los huaqueros de semana Santa. 

Los huaqueros mas famosos y conocidos en Malacasí, fueron : Don Nicanor Cruz que tenía la exclusividad de huaquear en su propia chacra de Mangamanguilla, contratando varios peones que se dedicaban a tiempo completo a la tarea del huaqueo, y eran personas entendidas en esta tarea eligiendo el sitio preciso donde se podía encontrar la tumba funeraria del personaje enterrado junto con sus enseres, utensilios y joyas que lució  durante su vida, Estos huaqueros lo hacán con mucha experticia, sin malograr las ollas o vasijas de barro que eran muy delicadas de desenterrar. Se cree que don Nicanor había encontrado un valioso tesoro  en objetos de oro que fueron codiciados por sus hijos, que fue  la causa por la cual ellos recurrieron a su asesinato para quedarse con tan valioso hallazgo.

Los Hermanos Juan y Gerardo Gómez Rebolledo,  hijos de don Gregorio Gómez y doña Lucila Rebolledo, vivián al final de la calle que llamaban Cabeza del Toro porque alguien había  izado sobre una pica  elevada el cráneo oseo de un toro que lucía imponente como un tótem  tutelar  de los moradores de esa calle. Los hermanos Juan y Gerardo Gómez  fueron los más expertos huaqueros de Semana Santa en Malacasí, y por muchos años años fueron los que sacaron los mejores huacos, de diferentes formas, ollas, tinajas, huacos retrato, huacos con doble agarradera, huacos eróticos, que les llamaban huacos malcriados,  y en cuanto a colores, desde los de color negro, hasta la más variada policromía. Se creía que estos huaqueros tenían mucha suerte en el huaqueo  y fueron apodados como los  Zorros Gómez, pero creemos que mas que suerte, era el conocimiento ancestral que tenían, sobre la forma que usaban las culturas precolombinas de enterrar a sus muertos en estos cementerios o huacas. El hecho es que cada Viernes Santo era un deleite ir a observarlos huaqueando a los Zorros Gómez y verlos con toda la emoción, como desenterraban los huacos acompañados de piedras aguamarina, gemas, rubíes, zafiros perlas, chaquiras, junto con las carcazas de caracoles, spondylus y caracolas en forma de cornucopia.

Don Polo Feria fue un hombre recio, fuerte y muy trabajador, y siempre los vimos huaqueando en Semana Santa,  pero tenia poca suerte en encontrar los fardos funerarios de los gentiles enterrados junto a sus pertenencias.

Don Flavio Ortega, Donatilo Durand y Don Teodoro cruz también fueron huaqueros vitalicios a quienes se les podía encontrar en semana Santa huaqueando por  estos cementerios de nuestros antepasados, y era normal ver en sus casas, cantidad de huacos de diferentes tamaños y colores exhibiendose por todos lados.

Un caso anecdótico y particular fue el de Valentín Cabana de quien se contaba que habiendo estado huaqueando durante dos días, acompañado por Cosme Salcedo, de repente se encontró con un tesoro de muchas prendas de oro entre las que vió 14 coronas finamente trabajadas en el precioso metal,  pertenecientes a 14  Señores pre-incas, pero fue tanta su ambición que se trastornó de sus sentidos. Cosme, asustado se fue corriendo a Malacasí y cuando volvió acompañado por varias personas, encontraron a Cabana privado del conocimiento, pero  cuando entraba en conciencia preguntaba en voz alta, ¿Donde estás mis coronas de oro? ¿ Donde están mis coronas de oro? y se volvía a desmayar. Su familia  tuvo que llevarlo a las Guaringas donde cuatro maestros curanderos, determinaron que el ánima del del señor pre-inca, dueño del entierro, se lo había querido llevar a la otra vida, por haberlo despertado de su sueño eterno. Cabana  fue sanado y vuelto a la realidad.

Pasado el Viernes Santo, se vivía el Sábado de Gloria y luego el Domingo de Pascua. Jesús había resucitado glorioso al tercer día, había vencido a la muerte, por eso los niños se desperdigaban por todos los hogares pidiendo las Felices Pascuas, y eran obsequiados con galletas, caramelos y cuanta golosina pudiera existir, y cuando no había golosinas, se les regalaba jugosas propinas para acrecentar la alegría por la resurrección de nuestro  amado Jesucristo.

Así vivía Malacasí su Semana Santa, entre la tristeza, la alegría y la infaltable experiencia del huaqueo, alimentando  la esperanza de poder  toparse en cualquier esperado día, con un formidable tesoro pre-incaico.


Septiembre 2021.