El BICICLETERO CONCHÉTU DE MALACASÍ
Fue un día limpio y soleado del verano de 1960, cuando apareció en Malacasí como por arte de magia, y de repente, un señor
ya adulto, bien vestido, muy respetuoso, de hablar calmo y reflexivo, trayendo consigo una gran
cantidad de bicicletas de alquiler y se instaló en una casa, junto
a la cafetería de la señora Paulita More.
Desde un primer momento fue
recibido con entusiasmo por los niños de Malacasí quienes ansiosos, sin salir
de su asombro de ver tantas bicicletas de diferentes marcas: Monark, Hércules, Raleigh, etc, y de diferentes tamaños y colores, que
hacían brillar sus ojitos, se agolpaban a la puerta, deseosos de ver tan lindas
bicicletas y dispuestos a alquilar alguna de ellas para aprender a manejarla.
Estas bicicletas se alquilaban
por determinado tiempo, desde media hora, una hora, dos horas o por el tiempo
que permitieran las pequeñas propinas que los niños recibían de sus familiares y la casa hervía de tanto niño que iba en pos de aprender a manejar bicicleta.
Las bicicletas eran duramente
trajinadas y maltratadas por los golpes y choques que recibían en el proceso de
aprendizaje de los niños, al intentar mantener el equilibrio montándolas como
si fueran caballos chúcaros, y muchas veces las devolvían con las llantas
desinfladas por pinchadura de clavos, el timón doblado, o la cadena del
pedal rota, hechas todas un verdadero desastre.
Mas el dueño de las bicicletas
siempre lucia paciente, sonriente y de buen humor, ante estos pequeños
accidentes que sufrían los niños y lo máximo que solía expresar era un
contundente ¡ ya vez lo que hiciste oye
“Conchétu”! y eso era todo, porque él era un excelente mecánico de las
bicicletas y estos detalles eran el común denominador de su negocio.
Esa palabra “Conchétu” pronto fue una expresión generalizada y utilizada por grandes y pequeños, expandiéndose tanto como la presencia de las bicicletas por las calles de Malacasí.No recuerdo como se llamaba, ni de dónde vino, pero allí en Malacasí, a las personas se las conoce más por el apodo, que por el nombre de pila, en el caso de este señor, le apodaron el Bicicletero conchétu, y así lo guardo en el recuerdo, como si fuera la figura de mi abuelo que no conocí, pero lo recibí como un regalo sustituto, que Dios suele enviarnos para redistribuir nuestros afectos y lograr el equilibrio emocional que un niño suele necesitar.
El Bicicletero conchetu era un hombre bienaventurado, respetuoso, culto y al llegar a Malacasí lucía una edad como de sesenta años, casado con una señora también muy educada y de finas maneras. El Bicicletero conchétu había vivido todo el proceso de la gesta y desarrollo de la Segunda Guerra mundial, de tal manera que era muy versado en ese tema y en otros muchos más, pero la Segunda Guerra Mundial era el evento global más cercano en impactante que se conocía. Yo era un niño de doce años y me gustaba la historia, así que conforme hice amistad con el Bicicletero Conchétu, le abundaba en preguntas acerca de la Segunda Guerra Mundial, y cómo fueron bombardeadas las ciudades inglesas por la aviación alemana y cómo eran las luchas por el dominio en el aire entre la Lufstwafe alemana y la RAF Inglesa. Cómo fue la Guerra Relámpago, el desembarco de Normandía etc.
Los relatos del Bicicletero Conchétu eran realmente alucinantes para mi mente de niño ávida de conocer como se dió la Segunda Guerra Mundial en Europa, y él me narraba el bombardeo de la ciudad inglesa de Coventry ocurrido el 14 de noviembre de 1940 en los comienzos de la Segunda Guerra Mundial. Como fue destruida Coventry por miles de toneladas de bombas explosivas e incendiarias, durante dos días consecutivos en un plan bien elaborado por los nazis que denominaron “Claro de Luna”, ejecutado por la aviación Lufstwafe en forma inmisericorde, dejando a la ciudad totalmente quemada y en escombros, parecido al bombardeo de fuego y azufre que se precipitó sobre Sodoma y Gomorra desde el cielo.
Así narraba el Bicicletero Conchétu, y yo casi petrificado escuchaba el relato tan bien referido que podía permanecer horas y horas escuchándolo, pues él, luego de contar este episodio, solía contar otro, que era revancha de este salvaje bombardeo a Coventry y que sucedió ya casi al final de la gran guerra en en febrero de 1945, cuando los ingleses, americanos y rusos tomaron revancha bombardeando la ciudad alemana de Dresde haciéndola casi desaparecer del mapa. El centro histórico de la ciudad de Dresde fue calcinado por una tormenta de fuego causado por la explosión de las bombas. que alcanzaron temperaturas de más de mil grados centígrados de calor..
Ya muy adulto en el 2011 tuve la ocasión de visitar la ciudad alemana de Dresde que se sitúa a orillas del río Elba cerca de la frontera con la República Checa.Es una ciudad histórica, con un pasado cargado de belleza artística, con lindos palacios, que casi en su totalidad fueron destruidos desde sus cimientos.
Conocer la ciudad de Dresde, me confirmó que era cierto todo lo que el Bicicletero Conchétu me narraba con tan buen gusto y conocimiento, pues él era una persona interesada en los acontecimientos de su tiempo y por eso los recreaba con frescura y prolijidad.
Este recuerdo lejano me ha
motivado a dejar en evidencia el retrato escrito de tan buen personaje apodado
el Bicicletero Conchétu, que no siendo malacasino, un día decidió ser parte de la
historia del pueblo de Malacasí, que lo recibió con los brazos abiertos, porque
había llegado trayendo en sus bicicletas, la alegría a los niños que son los
herederos de la historia. ¡¡ Saludos al Bicicletero Conchétu en su eternidad!!
setiembre 2021