LA CASITA DEL CERRO MALACASÍ.

LA CASITA DEL CERRO MALACASÍ.

Y sobre los escombros del hogar extinguido,

el ñorbo abre en el aire su corona de espinas

su corona de espinas, perfumada y precaria.

(La casa familiar, Abraham Valdelomar)

A partir de 1960 El pueblo de Malacasi, sufrió una diáspora  masiva hacia la ciudad  de Piura y Chiclayo, causada en la necesidad de buscar espacios laborales para mejorar sus niveles de vida y para permitir que los jóvenes en edad escolar pudieran acceder a centros superiores o universidades con el fin de lograr alguna carrera profesional  que  elevara su status social.

Pero ese mismo año también el dueño de la hacienda Malacasí había iniciado un  importante desarrollo agropecuario, introduciendo, cultivos de naranja de mesa  sin pepa tipo Huando, naranja toronja blanca y  roja, mango Haden de fibra carnosa, palta mantequilla Hass, y plátano de seda orgánico, todo esto gerenciado  por exitosos profesionales que utilizaron las últimas investigaciones en el manejo y desarrollo genético de las plantas y semillas para mejorar la alimentación de la humanidad. 

En ese mismo  propósito, el hacendado don Juan Cuglievan contrató a un ingeniero agropecuario de apellido Mondragón para que asistido desde Piura  trabajara en un programa piloto experimental de mejoramiento del cultivo de plantas, sobre  veinte hectáreas de tierra asignada, que tuvo como nombre La Huerta de Malacasí donde no solo se analizaba la calidad de la tierra y  el clima,  el agua, los abonos, sino también se estudiaba, experimentaba y ensayaba manipulación genética de semillas y diferentes clases y formas de injertos en aras de encontrar especies híbridas resistentes a las plagas, que mejoraran  la calidad de las plantas y los frutos que se produjeran.

Luego de los experimentos, estos  se aplicarían masivamente en todo el vasto espacio de tierra cultivable y así, luego, se iría   abandonando poco a poco el cultivo estacional de arroz, algodón y  maíz amarillo, especial para pollos, reemplazándolos por el cultivo de arboles frutales de   producción estable, a largo plazo para un mejor desarrollo sostenible y amigable con el medio ambiente. 

También el proyecto contemplaba el desarrollo de la ganadería, para cuyo efecto se importó varias parejas de ejemplares desde los Estados Unidos de la variedad de ganado vacuno CEBÚ altamente resistente a climas severos y lluviosos, pero cuando la hacienda fue expropiada, todo este desarrollo vacuno fue trasladado al país del Ecuador, y Malacasí se quedó privado del progreso que esta actividad le habría aportado a la mitigación de la pobreza.

"La Huerta de Malacasí" estuvo ubicada cerca del pueblo, y estaba  flanqueada por el  costado  izquierdo con el  campo de aterrizaje de avionetas;  y por el lado derecho, por la una pequeña granja de desarrollo porcino administrado por el Señor Juan Rivoin Rebellian un ciudadano Yugoeslavo, experto en porcicultura, muy competente, quien se trasladó a Malacasí con toda su familia e hizo progresar esa pequeña granja importando cerdos de la raza Yorkshire, desde los Estados Unidos, para producir carne de alta calidad. Eran tremendos chanchos blancos de un metro de altura, que fueron contemplados con admiración, e incredulidad, dado que los malacasinos solo estábamos acostumbrados a criar los conocidos chanchos criollos de baja estatura y magra carne.

El ingeniero agrónomo Mondragón también se instaló en Malacasi habitando una pequeña casa familiar en la ladera del cerro Malacasí contigua a la quebrada desde donde se dominaba todo el panorama comprendido entre Salitral y Polluco; no era una casona, pero si tenía sus comodidades y un aspecto agradable y amigable luciendo como un chalecito de montaña suizo, porque además era un punto de referencia visual, de fácil acceso y ambiente agradable, suave y fresco, durante los agobiantes y calurosos días de verano. Allí en esa Casita del cerro Malacasí, habitó  el Ing. Mondragón hasta que la ley de reforma agraria, la hicieron cambiar de dueño y el ingeniero tuvo que retirarse dejándola en poder de la directiva del fundo Cooperativa San Juan que tomó el control de todo el latifundio. 

Luego de  este cambio, la casita del cerro Malacasí cambió de propiedad, y como si fuera una moneda, pasó de mano en mano, y su agradable  aspecto de pequeño chalecito de montaña suizo, cambió  por el de una isba, típica vivienda de un pobre campesino ruso, perdiendo todo su brillo y valor. Los rigores de la pobreza generalizada que sucedió durante los siguientes  largos años, no permitió su adecuada   reconstrucción y quedó en espera, hasta cuando nuevos vientos de progreso soplen sobre Malacasi y sus habitantes. El desarrollo de plantas de naranja se aplicó en el fundo EL Carmen de la Alberca donde se cosechaba excelentes naranjas de mesa, dulces y sin pepa.

Igualmente la plantación de mango Haden se hizo en el fundo San Juan de Malacasi, pero siguió el mismo destino de la tierra que cambió a ser propiedad de los trabajadores que formaron la cooperativa amparados en la ley de reforma agraria que los hizo propietarios, pero sin dar la asistencia técnica, ni los apoyos financieros necesarios  para que pudieran seguir esa lineal de cambio trazada por el hacendado, 

Estoy seguro que Malacasi, igual que la leyenda mesiánica de Inkarri, que surge con la muerte de Túpac Amaru, último Inca, apresado, martirizado, apaleado  y  despedazado por los españoles, quienes  enterraron sus partes por diferentes partes del Cusco, pero su cabeza permanece aún enterrada viva y sigue creciendo  reconstruyendo su cuerpo y cuando esté completo, Inkarri volverá para restablecer el esplendor del Imperio Incaico, así será Malacasí, porque ya el camino Qhapaq Ñan  es hoy una hermoso camino asfaltado; El Gran canal Preincaico volverá a florecer cuando la represa del Alto Piura sea pronto ejecutada, y el Algarrobo de Malacasí también renacerá, como el Ave Fénix desde sus cenizas, pero ahora, sí será protegido por sus hijos, los nuevos malacasinos para una nueva era de progreso material y espiritual sin perder su esencia solidaria de churre malacasino.

La Casita del Cerro Malacasí, espera las manos piadosas que le hagan recuperar su antiguo brillo y vuelva a lucir esplendorosa como si fuera un chalecito de montaña  de la Suiza Europea.  


septiembre 2021.