PANCHO BELLO DE MALACASI: BELLO ME PARIO MI MARE
Don Pancho Bello, cuyo nombre de pila fue Francisco Córdova fue un hombre bondadoso, tranquilo y fiel con su compañera de toda la vida doña Balta Cruz, morena trabajadora e infatigable comerciante de sus mermeladas de ciruela, papaya e higo en el colegio primario de Malacasí, donde era conocida como la tía Balta.
La pareja solo tuvo hijos hombres que fueron conocidos por sus apodos: Dago, Digue, Cachuelo, Mono y Tongo todos ellos buenos exponentes de la raza morena excelentes y habilísimos peleadores en las riñas juveniles.
Pero Mono y Tongo destacaron como muy buenos atletas y futbolistas que manejaron hábilmente la pelota dando muchas laureles y prestancia al futbol Malacasino, pues cuando estos dos formidables delanteros entraban al campo de futbol a jugar un partido, se transformaban en verdaderos diablos y eran como unas máquinas imparables moviendo la pelota a su antojo con una maestría que hacía delirar de emoción a toda la tribuna, sean hombres, mujeres o niños. Ellos fueron dignos discípulos Arsenio Sánchez, de Coroco Farfán, del Muco Torres y de la pulga Pánfilo Garrido.
Dago en cambio fue un joven bajo de estatura pero trejo como un torito de piel brillante morada parecida a una fresca berenjena. Le apodaron Turula que es un zancudo grande y peludo. Turula junto con Digue y Cachuelo pasaron inadvertidos, pero también jugaron futbol sin superar al estándar de otros jugadores de Malacasí.
Don Pancho Bello vivió en la vecindad de una misma cuadra junto con don Toribio Chengo, doña Melitina Peralta, doña María Mocarro, doña Juana Cisneros y don Sixto Chirimba frente a la cancha de futbol, hoy plaza mayor de Malacasí.
Don Pancho Bello fue de raza morena de la misma estirpe de Culeca, Pánfilo Garrido, Felipe Bejarano, Guillermo Zapata Barranzuela, conocido como Pacha, de don Juan Torres apodado Mano Negra, Juan Pichas Arévalo, Gavino Mendoza, Etelvina Barranzuela la samba, pareja de Chicharro Flores y Antonia Torres, hermana de Bolo Torres etc., todos ellos morenos cutos venidos de Morropón, La Encantada, Yapatera, Corral de enmedio, Talandracas, Malingas la Pilca, Solumbre y Chulucanas.
En la raza morena hay más de cien tipos antropológicos, que varían tanto por sus diferencias faciales, como por la talla y la gama de color de su piel. En un extremo está el negro tosco cuya cara se asemeja casi a un gorila. En el otro extremo está el negro fino, cuerpo delgado muy delicado, dientes blancos de excelente calidad y piel azulada color aceituna.
En circunstancias normales, la gente morena guarda su tradición de casarse con personas de su misma raza y color, con lo que guardan la pureza de los rasgos genéticos así como las costumbres y bagajes culturales legados de sus ancestros; pero luego del contacto con otras razas se van mezclando guardando predilección por la gente blanca. Pues en el amor, suceden cosas extraordinarias y bonitas como el caso del negro esclavo José Manuel “Matalaché” que ayudado por la esclava negra Casilda, logró conquistar el amor de María Luz la blanca hija del patrón, dueño de la hacienda “La Tina”, quien consumida por un ardiente amor y deseos libidinosos por el moreno, en la primera oportunidad que tuvo se entregó en los brazos del mandingo y éste la condujo delicadamente al lugar conocido como el preñadero, donde la hizo conocer los placeres del amor con tanta intensidad que la niña Luz maría expresaba los goces del sexo con desaforados gemidos de placer que hacían templar la pared de quincha del preñadero. Estos encuentros animados por los cantos de los esclavos, fueron constantes e interminables plenos de lujuria que la niña nunca antes había sentido, y estos se dieron hasta que ambos fueron descubiertos, y puesto en evidencia el negro Juan Manuel Matalaché, acepto orgulloso la pena que le correspondía al esclavo que tuvo la osadía de hacer conocer el amor a la niña más bonita de la hacienda “La tina”, e hija del dueño de la misma, es decir a morir frito en un perol de jabón líquido hirviente
Porque el
amor carnal entre dos personas es así como dice la canción de cantautor español don Camilo Sesto.
El
amor, es una gota de agua en un cristal,
es un paseo largo sin hablar,
es una fruta para dos.
El amor, es un espacio donde no hay lugar
para otra cosa que no sea amar,
es algo entre tú y yo.
El amor, es llorar cuando nos dice adiós,
el amor es soñar oyendo una canción,
el amor es rezar poniendo el corazón,
es perdonarme tú y comprenderte yo.
El amor, es parar el tiempo en un reloj,
es buscar un lugar donde escuchar tu voz,
el amor es crear un mundo entre los dos,
es perdonarme tú y comprenderte yo
El amor, es una boca con sabor a miel,
es una lluvia en el atardecer,
es un paraguas para dos.
El amor, es un espacio donde no hay lugar,
para otra cosa que no sea amar,
es algo entre tú y yo.
Todos los morenos que vivieron en Malacasi fueron
del tipo intermedio entre estos dos extremos que he logrado presentar, pero Don Pancho Bello
tuvo la buena fortuna que su mamá lo apodara desde pequeño como Pancho Bello, aunque la
belleza en su caso le fuera esquiva,
y con ese nombre fue conocido en Malacasí para toda su vida.
Si nos ajustáramos a los cánones de belleza, diríamos que Pancho Bello, no fue pues un hombre físicamente atractivo, pero lo fue por su bondad y serenidad que semejaba a un hombre sabio. Quizás Pancho Bello recibió este alias en un arranque de ternura de su madre que como toda progenitora mira a sus hijos como los seres más lindos del universo y eso bastó para que así fuera llamado toda su vida, pues como dice un dicho Bello me parió mi mare
Pancho Bello durante su vida tuvo una fuerte prueba del destino, debiendo sufrir el dolor y la pena de enterrar a su hijo Cachuelo quien murió en Piura, cuando un saco de papas se descolgó desde lo alto de un camión sobre su cabeza dislocándole la columna en la parte más delicada de las vértebras cervicales, causándole la muerte. Pero Pancho Bello siempre se mantuvo de pie, y sereno aun en circunstancias más difíciles, y un día agobiado por los años vividos, cansado ya de tanta tristeza, decidió que debía despedirse como Dios manda y se encaminó muy seguro a la iglesia de Malacasi, se sentó cómodamente en una banca, y se puso en comunicación con Dios en una conversación que duro más de tres horas y ahí mismo entregó su alma al creador de tal manera que cuando sus hijos se acercaron a despertarlo creyendo que se había dormido, cayeron en la cuenta que Pancho Bello ya no pertenecía al mundo de los vivos.
Así partió a la eternidad a encontrarse con sus antepasados que pacientes le esperaban tomando su chicha y conversando sobre su vida que pasaron por este mundo.
Y con este retrato en blanco y negro dejamos constancia por escrito que Pancho Bello existió de verdad en Malacasi pero más tuvo de feo que de bello, porque al fin de cuentas, “No hay bonito sin su pero, ni feo sin su gracia”
Enero 2022