DOÑA DOMINGA LEÓN : LECTORA DE LAS ESTRELLAS EN MALACASÍ.


DOÑA DOMINGA LEÓN : LECTORA DE LAS ESTRELLAS EN MALACASÍ. 


Doña Dominga León vivió en la zona marginal del casco urbano de Malacasí, detrás de la calle principal saliendo para Mangamanguilla  en una casa dotada de un inmenso corral lleno de gallina, patos, pavos  y  vacas lecheras. Fue una persona solitaria pero contaba con dos hermosos gatos negros, que engreía como si fueran sus hijos. Era dueña de  un carácter poco amigable pero quienes le trataron de cerca afirmaban que ella  tenía un un corazón noble y  bueno al extremo, de dar todo lo que tuviera,  para saciar el hambre de quien sufriera por la carestía y la pobreza. En su vida diaria, ella se dedicó a tiempo completo  a la crianza de vacas y cabras y tenía el don de  amansar a los toros bravos convirtiéndolos en animales de carga y muchas veces se le vio montada sobre un toro utilizándolo como si fuera un burro o un caballo. Ella también era dueña de una chacra donde sembraba maíz para alimentar con el tallo de esta planta  a sus vacas, y  ella misma cultivaba la tierra  sin necesitar la ayuda de nadie.

Los familiares de doña  Dominga León, aseguran que ella  fue un ser maravilloso, que se conectaba con la naturaleza, hablaba con las plantas, hablaba con los grillos, con la cigarras, con los pájaros, pero también tenía el poder de la adivinación mirando las estrellas del firmamento, anunciando eventos futuros, y previniendo a los malacasinos para estar preparados contra los peligros de epidemias, y enfermedades. Ella tenía el poder de ver el aura de las personas y mediante este don,  sabía si una persona estaba a puertas de dejar este mundo, porque el aura de las personas va cambiando de color cuando se acerca a la muerte.

Doña Dominga León fue experta en la interpretación del Tarot y gracias a esa habilidad predijo con mucha anticipación el asesinato de don Nicanor Cruz a manos de sus propios hijos, también predijo la muerte del finado Periquillo, aplastado por su propio tractor y la muerte de don Orángel Ato ocurrida en el camino a su chacra, cuando galopaba en su caballo a gran  velocidad y de improviso se cruzó una iguana en el camino asustando al animal, que se detuvo  bruscamente en seco, lanzando a don Orángel Ato  de cabeza contra el piso rompiéndose las vértebras de columna cervical y muriendo irremediablemente,  después de una semana agonía en un hospital de Piura, a pesar de las atenciones que le brindaron para salvarle la vida.

Doña Dominga León también tenía el don de comunicarse con los reptiles, sean pacazos, iguanas, camaleones, culebras etc. Pero lo que más dominó fue el arte de adiestrar colambos como guardianes de su chacra y lo hacían tan celosamente que cuando alguien se le ocurrió entrar a la propiedad de Doña Dominga León, aparecían hasta dos o tres  enormes colambos dispuestos a atacar a los intrusos. Los colambos sabían predisponerse como un garrote, se paraban sobre su cabeza como si fueran un tremendo látigo y se disparaban sobre la gente que recibían  cada golpe como si fuera un pencazo o un boyerazo. Así que los intrusos recibían en cuestión de minutos  como veinte  o treinta pencazos a la vez, y no tenían otra alternativa que salir corriendo de la propiedad de Doña Dominga León, ella se alegraba  de tener esos buenos  guardianes a los que alimentaba con huevos de gallina,  llamándolos por  los nombres con que ella los bautizaba, siendo su engreído el que se llamaba Fierabrás.

También su amplio corral estaba siempre lleno de gallinas y pavos con quienes se deleitaba hipnotizándolos y haciéndolos quedar inmóviles totalmente dormidos de pie sobre una pata, o durmiéndolos  tendidos  como si estuvieran muertitos. A un solo golpe de palmada, las gallinas y pavos se levantaban  en un tris tras y seguían como si nada hubiera pasado. Así fue y vivió Doña  Dominga León en Malacasí, lo más lejos posible de las personas y vecinos, porque así como ella solía decir,  que más temía a los vivos que a los muertos.

Un día en las fiestas sagradas de Semana Santa, Doña Dominga León se enfermó de repente, y nadie la vio salir de su casa, como solía hacerlo cada mañana. Los vecinos se dieron cuenta que algo había sucedido porque los toros no habían sido sacados del corral, entonces ingresaron a su casa y en el centro de la sala  echada sobre una hamaca  yacía el cuerpo sin vida pero  incorruptible  en espera de que le den cristiana sepultura. Doña  Dominga León fue enterrada un día antes que empezara a funcionar el alumbrado eléctrico en Malacasí y a partir de aquel momento, los enamorados que solían acudir cerca de su casa para amarse aprovechando la oscuridad de la noche, perdieron su lugar de citas y se cambiaron a otro lugar dentro de la quebrada de Malacasí.

Escribo esta lectura para la historia de Malacasí para que no olvidemos a Doña Dominga León la única mujer malacasina que leía el destino de las personas que estaba escrito en las estrellas del cielo.

enero 2022