DOLORES TINEO ECHEVERRE: UN GRAN FUNERAL EN MALACASÍ.

DOLORES TINEO ECHEVERRE: UN GRAN FUNERAL EN MALACASÍ.


El trece de abril de 1980, amaneció gris, oscuro y triste el cielo de Lima, mientras en una sala del hospital Cayetano Heredia, dejaba este mundo don Dolores Tineo Echeverre, después de permanecer postrado durante más de seis largos meses, aquejado de una enfermedad hepática que finalmente le ganó la batalla, luego que hubo cumplido los sesenta  y tres años de edad. Un día antes de su muerte, las angapilas y el Guacabó cantaron lastimeramente, con dolor profundo que retumbaron en la quebrada cerca del jagüey ; y las campanas de Malacasí tañeron dobles de difuntos a las doce de la noche sin que nadie las manipulara, anunciando así de esta manera, él mismo don Dolores Tineo su partida hacia el otro mundo, a la vez que su alma recogía los pasos de su peregrinar por los caminos de Malacasí hasta Huarmaca.

Quiso morir en Malacasí, pero la muerte lo sorprendió en Lima, contra de su voluntad, pues así lo manifestó a sus familiares y a todos sus amigos que le visitaron en el hospital, y unos días antes de morir, sintiendo que la vida se le iba luchando en una batalla perdida, pidió a sus hijos, como último deseo, que le enterraran en Malacasí. Y es que Don Dolores Tineo, medio hermano de doña Jesús Tineo de Díaz, no habiendo nacido en Malacasí, consideraba este pueblo como su tierra, donde había vivido por más de cuarenta años, desde que llegó procedente de las alturas de Huarmaca y conoció a doña Inés Ríos Aponte, la blanca más blanca que una finísima mota de algodón y más bonita que la diosa Afrodita en los palacios del Olimpo, con dos grandes y bellos ojos verdes como finas esmeraldas,y penetrantes como propios de los gatos reales del Himalaya. Doña Inés Ríos junto con sus dos hermanos varones, fueron huérfanos desde pequeños y criados por su tío Nicolás Ríos Aponte y su esposa Doña Rosa Lara, en cuyo hogar fueron tratados como verdaderos hijos.

El joven Dolores Tineo fue un mozo bajo de estatura, tez blanca, ojos claros que lucía siempre bien vestido y con la joven Inés flecharon sus corazones en un tris tras tan luego se conocieron y se juntaron después de algunos meses de enamoramiento. En plena juventud, Dolores también mantuvo otro compromiso matrimonial con doña Alcira Ludeña una agraciada profesora Huancabambina. Ambos procrearon a sus dos hijos Raúl y Yolanda, pero esta unión duró poco tiempo por el fallecimiento temprano de doña Alcira.

Don Dolores, “Lolo” como lo llamaban, tenía juventud y buenos modales heredados de su madre doña Mercedes Echeverre, una matrona blanquísima descendiente de las coyas del imperio Incaico, con una buena y sólida posición económica, dueña de muchas tierras y sembríos de cafetales y naranjales en Canchaque. Pues no olvidemos que en el pueblo de Caxas cerca de Canchaque existió un acllahuasi, especie de monasterio donde vivían las niñas más bonitas, escogidas de las mejores familias, y educadas para ser las mujeres del Inca. De esa estirpe con alma superior, procedía doña Mercedes Echeverre. Ella tenía casta y fortuna y se contaba que Lolo fue su hijo más querido de los cuatro que tuvo, y ellos heredaron todas sus joyas que se calculó en más de veinte kilos de oro fino, siendo las dos hijas mujeres las que se quedaron con las mejores joyas, propias de las damas.

Doña Mercedes vivió una larga ancianidad, asistida por su fiel mayordomo don Florentino Huanacaure, y su compañera doña Sinforiana Machaguay quienes cuidaron de ella hasta su muerte que sucedió pasados los 120 años de edad. Un año antes de su partida al otro mundo, doña Mercedes Echeverre, fue anunciando  su muerte y se dedicó a tiempo completo a tejer su mortaja, mientras cantaba los más bonitos y tristes harawis que aprendió de sus ancestros y se pasaba horas de horas alabando a los apus protectores de la vida y de la muerte.Una vez que terminó la mortaja, se despidió de cada uno de sus hijos y murió al día siguiente. Su cuerpo sin vida fue envuelto en una mortaja blanca que resplandecía como el lucero brillante del alba y el cadáver fue enterrado directamente en la tierra para unirse al polvo del cual fue hecha.

El nuevo hogar que formaron doña Inés y don Dolores Tineo tuvo muchos hijos todos blancos, mujeres y varones. Y sus genes se prolongaron en los nietos y nietas muy blancas y bonitas que vinieron al mundo a través de los años, de manera que cuando hacían fiestas en sus casas parecían racimos de flores blancas bailando por todos lados. Don Dolores Tineo, no fue agricultor sino comerciante, que le entraba a todo negocio, pues a pesar de no tener una formación académica, si tuvo un olfato fino para el comercio y sentido táctico para realizar complejas operaciones económicas de todo tipo que le redituaron excelentes ganancias, pero nunca se le vio que despilfarrara su dinero, antes bien tenía fama de ser amarrete y muy cuidadoso con sus gastos.

La casa de Don Dolores Tineo tuvo un palo de camal donde se beneficiaron animales caprinos, lanares, vacunos y porcinos para alimentación de todo Malacasí, pero Dolores también era prestamista como una caja de ahorro y préstamo rural que otorgaba mutuos dinerarios a muchos comerciantes para que generaran otros negocios, siendo ya en su tiempo un gestor de microempresas individuales que la modernidad ha bautizado con el termino de Emprendedores. Durante el tiempo que vivió en Malacasi se le vio muy activo, y si bien a vejez le arrugó un poco la cara, y las cejas se pusieron largas y rebeldes como dos abanicos,  don Dolores siempre se lució saludable, ágil y muy suelto, desplazándose sobre su bicicleta marca Hércules con llantas balón para poder transitar por las calles del pueblo y con todo éxito sobre terrenos arenosos, para mantenerse saludable y con buen físico.

De manera que cuando llegó el tiempo difícil de su enfermedad, estuvo aburrido por la inactividad y buscando mejorar su salud viajó a Tumbes para tratar su mal y ser asistido por su hija Rosa Tineo de Moretti, pero a pesar de todas las atenciones no logró recuperar la salud. Don Dolores, entonces viajó a Lima y se internó en el hospital de Policía, donde le hicieron diversos análisis, radiografías, tomografías, pero tampoco logro recuperar la salud, y su cuerpo sufrió los estragos de la ictericia que hizo lucir su cara de color amarillo por la presencia de la bilis en todo el cuerpo y más agudamente reflejada en los ojos. Siguieron los chequeos y en el Hospital Cayetano Heredia le diagnosticaron un tumor oncológico avanzado en el hígado, noticia que lo deprimió, acelerando  su deterioro, no pasando mucho tiempo hasta el día de su deceso. En Lima fue atendido con todo cariño y diligencia por su hijo Carlos Tineo quien prácticamente lo vio morir en sus brazos, acongojado por la tristeza más grande del mundo.

Expiro, rodeado del cariño de más de veinte familiares, entre hijos y nietos, pero los que más cerca de él estuvieron fueron sus hijos: Carlos, Nelly, Yolanda, Rosa y María. Su vida se fue extinguiendo reflejando el sufrimiento vivido, y se apagó lentamente como el sol cuando se hunde en el mar al final de la tarde, vencido por la noche.  Cumpliendo los deseos de don Dolores Tineo, todos sus hijos decidieron trasladar el cuerpo desde Lima hasta Malacasí,  Gracias a las diligentes gestiones de su hija Rosa Tineo, su esposo César  Moretti y sus demás hijas, el cuerpo inerte de Dolores Tineo puesto en un lujoso féretro fue trasladado  hasta la ciudad de Piura y luego a Malacasí donde lo esperaba todo el pueblo. Toda la noche de su permanencia en la capilla ardiente fue acompañado por una gran multitud de amigos, compadres, vecinos, y familiares quienes no cesaron de rezar toda la noche, hasta el momento que salió de su casa en dirección del cementerio, donde fue sepultado con grandes muestras de dolor y tristeza inconsolable.

Y así fue, pues luego del entierro, más de mil doscientas personas , fueron invitadas para despedir a don Dolores de este mundo disfrutando luego del entierro de un almuerzo tan abundante que se necesitó un  torete y treinta  ollas para prepararlo.

Durante el almuerzo, se paralizó el tránsito por tres horas para evidenciar todo el cariño que el pueblo de Malacasí sintió por don Dolores Tineo Echeverre. Así queda registrada la muerte de don Dolores Tineo cuyo funeral fue como un sueño, que no se repetirá antes de cien años en el pueblo de Malacasi porque sucesos como estos ocurren solo cada centuria.


CÉSAR PALACIOS VARONA : UN VIDA AL SERVICIO MALACASINO


CÉSAR PALACIOS VARONA : UNA VIDA AL SERVICIO MALACASINO

Aquí la envida y mentira

me tuvieron desterrado,

dichoso el humilde estado

del sabio que se retira

de aqueste mundo malvado.

Y con pobre mesa y casa,

en el campo deleitoso

con solo Dios se compasa.

Y a solas la vida pasa.

ni envidiado ni envidioso.

Fray Luis de León.

El día del nacimiento de César Palacios Varona, hubo un inesperado y sorpresivo cantar de gallos, a pesar de que no era una hora en que los gallos cantaran, pero los quiquiriquíes se prolongaron por más de dos horas sin parar, rareza que causó preocupación y alarma a todo el pueblo. Una gitana clarividente que estaba de paso por Malacasí, encontrándose con la noticia del nacimiento estando en el restaurante mientras almorzaba, pidió ver al bebé y leyendo las delgaditas líneas de las manitas  del recién nacido, le dijo a la mamá doña Jesús Varona Pacherres, que en el libro de la vida del niño, estaba escrito que sería una alta autoridad, pero que antes que eso sucediera, sufriría un terrible accidente que lo pondría al borde de perder la vida. La señora Jesús Varona y su compañero don Humberto Palacios solo atinaron a sonreír con incredulidad, pues del ser que había llegado a la vida, sólo se esperaba que pudiera sobrevivir en un pueblo, con tanta insalubridad, y  que no  contaba ni con una sola posta médica.

Pasaron los años y el niño se hizo grande, gozando de buena salud, producto de todos los cuidados prodigados su buena madre, que fue dueña del más grande restaurante de Malacasí, donde ella misma vigilaba de la buena atención a los comensales y la buena alimentación de su niño. La señora Jesús Varona fue una mujer muy buenamoza, decente y con hablar delicado y nunca se le escuchó hablar levantando la voz a nadie. Por donde fue, lució aseada y bien vestida como la mejor dama que se quiere bien. Don Humberto Palacios el papá de César, fue dueño de un camión Chevrolet V-8 nombrado San Juan Bosco puesto como homenaje a su hijo Eduardo Palacios Morey, quien había ingresado al seminario Diocesano para hacer sus estudios sacerdotales, y con ese vehículo hacía servicio de transporte de carga pesada desde Bigote hacia Piura, manejando él mismo su transporte. Don Humberto fue de contextura delgada, limitando con la flacura, alto y de carácter cordial, respetuoso, de chiste fino y buena persona.

La vida fue transcurriendo y César Palacios fue desarrollando sus conocimientos en la escuela primaria y luego en la secundaria con toda normalidad, llegando a la juventud lleno de alegría y esperanza, viéndose en la necesidad de emigrar a la ciudad de Lima para trabajar y hacer estudios superioresA los 22 años de edad ingreso a trabajar en una prestigiosa Editorial donde ocupó diferentes funciones administrativas, y un día 28 de Febrero de 1973 sintió la necesidad de ir a Malacasi a pasar vacaciones junto a sus padres, haciendo uso de transportes Tepsa. Todo el comienzo del viaje fue bien hasta pasar el portachuelo de Pasamayo cuando el cielo se llenó de una densa neblina que no permitía ver más allá de unos cuantos metros. El ómnibus se desplazaba sin embargo a gran velocidad y al acercarse a una curva pronunciada, se encontró de improviso detrás de un camión que transportaba tablones de madera, y al mismo tiempo era embestido por otro vehículo que venía en sentido contrario, causando el despistaje y la volcadura violenta del ómnibus.

El vehículo se precipitó aparatosamente a un pequeño abismo al costado de la carretera impactando contra un muro de roca pura, destrozándose casi toda la parte frontal, donde César ocupaba la primera fila de asientos. Murieron casi instantáneamente todos los pasajeros que iban ocupando los asientos delanteros y lesionando seriamente a otros que iban un poco más atrás. César Palacios, confirmando el vaticinio de la gitana, sufrió gravísimas lesiones en el cuerpo y su pierna derecha fue prácticamente triturada  por el impacto. Los heridos fueron conducidos al hospital de Huacho para recibir los primeros auxilios y César quedó inconsciente y en estado de coma, casi sin presión sanguínea, y con la pierna derecha hecha casi un trapo, llegando ser considerado como fallecido por las personas que auxiliaban sacando los cuerpos del vehículo. 

Esos instantes fueron  de tremendo shock y estando casi con un pie en la otra vida, César  vio desdoblar su alma flotando por encima de su cuerpo, y luego  sentada sobre la carrocería del ómnibus mirando desde arriba,  cómo los heridos eran auxiliados y en determinado momento su mirada se topó con su propio cuerpo tirado en la carretera, escuchando voces que tocándolo decían ¡Este joven aún está vida!, pero el solo podía ver y no hablar porque su alma no sabía como  hacerse escuchar. Seguidamente vio cómo su cuerpo era puesto sobre la tolva de una camioneta para ser conducido al hospital de la ciudad de Huacho. En esta situación Cesar fue invadido por una tremenda tranquilidad acompañado de  una felicidad jamás sentida y todo lo que veía no le causaba el menor temor porque era como si ya estuviera gozando de la paz del cielo.

En el Hospital de Huacho, los médicos lograron estabilizarlo en sus funciones vitales pero estando al borde de colapsar, tuvieron que amputarle la pierna para poder salvarle la vida, pues sangraba profusamente por las arterias y venas principales, seriamente dañadas. En determinado momento todo se apagó en su mente y César quedó en la inconsciencia total, de manera que cuando despertó a la vida, ya estaba en la clínica Maison de  Santé, pues había tenido que ser trasladado desde el hospital de Huacho hacia Lima debido a la gravedad de su estado. La transferencia de Huacho a Lima se hizo en una ambulancia expresa, recibiendo todas las atenciones, acompañado por su hermano Guillermo Palacios Morey, su tío Adriano Varona Cisneros y sus amigos Federico Díaz y Catty Malpica, quienes no se apartaron de su presencia hasta quedar completamente instalado en la sala de cuidados intensivos UCI.

Después de veinte días que tardó en recuperar la consciencia, César contó que durante el estado de coma vivido, experimentó extraños momentos indescifrables, pues para él fue como un sueño, de manera que cuando despertó, pensó que había estado durmiendo apenas unas cuantas horas, sin acordarse de nada absolutamente, pues el último recuerdo que le acompañaba fue cuando subió al ómnibus en Lima. Se sorprendió cuando le hicieron conocer que había estado inconsciente durante veinte días, y recordó que en ese lapso tuvo intensos encuentros con muchas almas de gente malacasina, entre ellos reconoció a Don Isaac Tong que lo saludaba con la mano en alto, a Don Juan Cuglievan Carranza cabalgando a campo traviesa sobre un brioso caballo negro, a Don Servando Tello escribiendo en una máquina Remington de color beige, y a Don Nicanor Cruz que le mostraba tremenda herida causada por la bala disparada por su propio hijo.

Todos estos seres del más allá le miraban amigables como aceptando que él estaba incorporándose al reino de los muertos que se vislumbraba como una gran ciudad iluminada por muchos arco iris, que se  entrecruzaban  cerca del horizonte, a lo lejos más allá de un ancho puente sobre un caudaloso río. Las almas de los difuntos que habían muerto en Malacasí, le aplaudían entusiastamente y otros le llamaban por su nombre, invitándole a que pase el puente grande y hermoso que cruzaba el río y que se continuaba en un ancho camino lleno de flores y aves multicolores y chirocas, que silbaban melodiosamenteEn un momento dado,  el alma de don Isaac Tong le ofreció su mano para ayudar a cruzar el puente, pero un ser luminoso vestido de blanco flanqueado de seres alados bellísimos le dijo, ¡no cruces porque aún no ha llegado tu hora!

Frente a él,  al otro lado del río pudo reconocer las ánimas: de Don  Toribio Chengo exhibiendo su oreja mocha, tañendo su guitarra e interpretando canciones tristes propias del otro mundo, vio a Don Felipe Bejarano pastando sus cabras, a don Delfín Carrasco exhibiendo una venda en a pierna donde había sido mordido por la culebra de cascabel; pudo verse también con las almas de: el zambo García, Pedro el Diablo, Juan Correa y doña Gumersinda Correa, Jesús Díaz, Pedro Ordinola, Jorge Ocaña, Maximina Escárate, Víctor Zunini, Teodoro Díaz, Juana Rosa Cruz, el Zorro Gómez, el mocho Córdova, Modesto Montalbán, José Chicoma, Enrique Wong, Nicolasa Chávez y hasta el alma del negro Ballón tocando su pick up en la casa de don Teodoro Cruz. Pero más aun siendo parte de un mundo donde no existe el tiempo, pudo reconocer el alma de su propia madre doña Jesús Varona y su amigo Federico Díaz, de su primo Churrasco, Augusto Manrique, su hermana Chela Angulo, su cuñado Ivio Wong y otras personas más que no estando muertos, pudieron exhibir su alma en la otra vida, porque las almas son eternas, tiene un comienzo pero no tiene fin y por tanto puede habitar en espacios atemporales que son presente, pasado y futuro a la vez.

Por eso cuando uno entra en estos casos extremos de inconsciencia, puede verse con las almas de sus antepasados y sus descendientes al mismo tiempo, y así se puede llegar a conocer a sus tatarabuelos que nunca conoció en vida, pero también puede encontrarse con sus nietos, bisnietos y tataranietos aunque éstos no hubieran nacido todavía. Así son los misterios del más allá, como arcanos indescifrables para nuestros conocimientos, por eso la gitana pudo ver con muchos años de anticipación el accidente que iba a sufrir César Palacios en una oscura carretera cerca de Huacho, y por eso César tuvo la fuerza para recuperarse de ese accidente, y si no pudo recuperar su pierna original, en cambio pudo reemplazarla por una ortopédica que le permitió caminar por donde quisiera, pudo retornar a Malacasí, y militar en el partido político “Izquierda Unida” fundado por el Doctor Alfonso Barrantes Lingán, ganar las elección municipales y ser nombrado como la primera autoridad del Distrito de Salitral.

César Palacios, fue el primer malacasino que ganó la alcaldía municipal por sus propios méritos y ser juramentado como alcalde del distrito ante  la alegría desbordante de su pueblo malacasino. Durante su mandato, no contó con recursos económicos que le permitieran hacer las obras que él quería realizar, pero aun así con el pequeño presupuesto asignado por el gobierno central,  pudo dotar de agua potable a los caseríos de Hualcas, Mamayaco, Palo Blanco, y la Alberca. En Salitral habilitó un pequeño local abastecido de medicinas para atender las principales enfermedades y construyó un hospital de campaña para atender los casos del cólera que estaba matando muchos niños y adultos.

Para su querido Malacasí, logró dejar aprobado el estudio de factibilidad para la electrificación del pueblo que se materializó con el siguiente alcalde. No fueron grandes obras, pero  supo ayudar a la gente que padecía tremenda pobreza, animándoles desde su posición humana y  cristiana a que avanzarán en la construcción de su propio destino, pero manteniendo intacta la dignidad que tiene cada ser humano, aun cuando esté desamparado, nada de pedir caridad ni migajas, sí, ser asistido  para  mejorar sus estatus a base de trabajo honrado y perseverante.

César Palacios, no pudo reelegirse, debido a las  trampas y triquiñuelas de mala onda que sucedieron en las mesas de conteos, y confusiones  en los números de la cédulas de Sufragio. Sus enemigos políticos que le sucedieron en el cargo se dedicaron a criticar su trabajo en la alcaldía, porque el peor enemigo de un peruano es otro peruano, fue denunciado con la intensión de borrarlo del mapa político, todo urdido y plagado con burdas mentiras y calumnias. César luego de entregar la alcaldía se alejó del escenario a vivir su retirada vida sólo, porque el cargo y la dedicación exclusiva en la vida política le hicieron perder también su matrimonio y sus hijos, pero logrando en cierta forma ser profeta en su tierra, porque los malacasinos nunca podrán olvidar que la vida de César Palacios fue de servicio total y de hacer el bien sin mirar a quien.

César Palacios fue el primer alcalde malacasino en el distrito de Salitral que sucedió en el año de Nuestro Señor Jesucristo de 1984, incorporándose a la historia de Malacasí para que  nunca sea olvidado

BIENVENIDA EPIFANÍA

  

BIENVENIDA  EPIFANÍA


Una gran luz iluminó

la inmensa bóveda celeste

y allá, lejos en el medio oriente, 

tres  esplendorosos caminantes  

ricamente vestidos, 

cabalgando en vigorosos camellos, 

marcharon en  busca del Rey,

que había de llegar al mundo.

La gran luz, los guió durante varios días 

hasta un establo en las afueras de Nazaret 

y ahí encontraron al Rey 

posando en un pobre pesebre, 

junto a sus padres, rodeados de pastores, 

acémilas y ángeles al son de trompetas.

Los caminantes reconocieron inmediatamente,

 que era el Rey que ellos buscaban y 

postrándose de rodillas, 

lo obsequiaron con oro incienso y mirra,

en reconocimiento de su majestad real.

Así vino al mundo nuestro Redentor, 

entre aclamaciones de pastores y  ángeles al son de trompetas.



EL GATO BAZÁN: JOSÉ DEL CARMEN BAZÁN HURTADO


EL GATO BAZÁN:  JOSÉ DEL CARMEN BAZÁN HURTADO


Don José del Carmen Bazán Hurtado,  fue como un lobo solitario, que pasó más de la mitad de su vida huyendo de la justicia, y causando intranquilidades  y miedos en la soledad de los desiertos de Olmos, Querpón, Insculás, Garbanzal, Hualtacal, Mano de León, Ñaupe, Cruz de caña, Chulucanas, Tambo Grande, Morropón, Macará, y vivió un corto tiempo en Salitral, bajo la protección y amistad  que le brindaron sus amigos don Máximo Guerrero y doña Maximina Escárate, habitantes honorables del pueblo de Salitral

Nació en la última década de 1890 en el pueblo de Chongoyape, en el seno de una familia acomodada de origen cajamarquino, fue de tez blanca, pelo rubio, un metro setenta de estatura y  gran porte militar, calzaba brillantes polainas y sobrero de felpa, y conducía con gran maestría, un brilloso caballo color canela que lo acompaño como si fuera un guardaespaldas, pues el noble animal le alertaba golpeando la tierra con sus cascos, cuando presentía u olfateaba situaciones de peligro, y vivió con él por más de treinta años durante toda su época azarosa y delictiva. José del Carmen Bazán tenía mirada profundamente, fiera, fija y penetrante y los ojos grandes verde-azulinos como el agua marina, condición que le valió el apelativo de El gato Bazán.

Siendo jovencito de 17 años, ya era diestro en el manejo de las  armas de fuego y contaba con dos revólveres Smith Wesson, que le regaló su padre cuando cumplió los doce años y desde muy temprano, se entrenó en su manejo haciendo tiro al blanco, disparando a peleles  de trapo desde distancias no menores de cincuenta metros. El gato Bazán  que estaba  pre-destinado a ser un hacendado afortunado y respetable, quedó huérfano siendo un niño y su padre de cuarenta años se volvió a casar con una mujer muy bonita de veinte años, a quien el gato Bazán la llegó a querer  como su segunda madre. Pero, un hecho desafortunado le cambio la dirección de su vida, cuando un día infausto se enteró que la mujer de su padre, lo estaba traicionando sentimentalmente encamándose a hurtadillas con un pilluelo joven y aventurero que la había deslumbrado. Entonces el Gato herido en el honor y dignidad de la familia, no dudó en retar a duelo al mozuelo para reparar la afrenta, pero el amante de su madrastra, nunca quiso hacer frente al reto como correspondía a todo hombre de honor y estuvo rehuyendo el encuentro. Hasta que un domingo se encontraron cara a cara en la plaza de armas de Chongoyape y al no querer enfrentarse cuerpo a cuerpo a chaveta limpia, el gato Bazán presa de una incontrolable ira, saco su revólver y de un balazo seco y certero en la mitad de la frente, le perforó la cabeza dejándolo muerto en un instante, de modo que el infiel y audaz amante, no tuvo ni tiempo de decir, ¡¡Ay!!

Así terminó la vida tranquila en compañía de sus padres y comenzó el camino azaroso y delictivo del Gato Bazán, quien luego de cometido el crimen, huyó a refugiarse en la quebrada de Querpón en Olmos, que era el refugio de los bandoleros que azolaban la región en esos tiempos. Allí, en ese escenario, junto con Froilán Alama, Toro Mazote, Sambambé, Fiñico, Chacal, Palomo, Pajarito, el negro Arce y otros bandoleros que fueron el terror de los comerciantes que desplazaban sus productos en piaras de más de cuatrocientos burros y mulos, estuvo el Gato sobreviviendo y conviviendo con los más reputados bandoleros de la primera mitad del siglo veinte.

Pero a diferencia del común de los bandidos de esa época que actuaban constituidos en gavillas de varios individuos reunidos para hacer justicia de los maltratos de los hacendados; el Gato Bazán, fue un bandolero solitario, que tuvo el buen gusto de aprovechar su buena presencia, vistiendo trajes siempre impecables y mostrándose galante, educado y con finos modales, para conseguir el amor de alguna agraciada mujer. Vivió todo el tiempo huyendo de la gendarmería que lo perseguía por el crimen tan violento que había cometido en Chongoyape, por eso el Gato nunca tuvo una casa ni un lugar apropiado donde guarecerse o permanecer definitivamente. Podía dormir en una cómoda cama, pero así también, en alguna cueva o guarida del cerro, debajo de un árbol, algún tronco o al pie de algún acantilado, tendiendo su poncho sobre la tierra y un madero como almohada, pero siempre con la pistola en una mano. Fue un caballero del delito porque nunca mato para robar, solo asaltaba para conseguir lo necesario para su sobrevivencia y para gastar en las mujeres que pretendía. Se caracterizó por ser muy mujeriego llegando a tener incontables amantes por todos esos lugares por donde se desplazaba.

En una oportunidad, estando en Chulucanas quiso abusar sexualmente de una de las mujeres de Froilán Alama y siendo sorprendido por éste, estuvo a punto de perder la vida, pues Froilán no sabía perdonar este tipo de afrentas contra sus queridas, pero como el Gato gozaba también de su actuar delictivo, pues no solo era un experto en el uso del revolver sino también, buen cumplidor de las leyes que regían en el mundo de los bandoleros, por lo cual Froilán Alama lo obligó como reparación de la ofensa, a beber cuatro botellas de cañazo vaso a vaso durante cuatro horas sin parar, con la esperanza que muriera por intoxicación hepática, pero el Gato, solo logro privarse del conocimiento, y desvanecido permaneció inconsciente durante dos días, resucitando al tercero, sin que Froilán le causara ningún rasguño. Después de este incidente, El Gato Bazán, para olvidar el hecho vergonzoso se dirigió por Tambogrande al pueblo de Macará en Ecuador, donde logró conseguir trabajo de vaquero rodeador de ganado en la hacienda de un gamonal, cuya bonita hija estaba de novia con un capitán del ejército ecuatoriano. Pero, caprichos de mujer, la niña se enamoró perdidamente del Gato por lo cual fue hostigado por el capitán, quien en determinado momento, pretendió tomarlo preso, pero el Gato que estaba preparado para esta situación logró liquidar al Capitán y siete de sus subalternos en un violento tiroteo usando dos pistolas cuyas balas hicieron blanco exacto en la frente de cada uno.

A partir de ese hecho el Gato se ganó la fama de gran pistolero que donde ponía el ojo, ponía la bala. El gato retornó huyendo al Perú y radicó por un tiempo en Talara, donde pretendió a la hija de un gringo de la International Petroleum Company, pero siendo hostigado por el padre de la señorita, dio muerte al gringo de un balazo en la cabeza y huyó a refugiarse en el caserío Cruz de Caña, cerca de Chulucanas, donde vivió a salto de mata, pues cargaba ya con muchos crímenes en su haber. Estando en Cruz de Caña fue ubicado y cercado por los alguaciles de Chulucanas que estaban al mando del comisario Guerra Briceño, quienes fuertemente armados, tomaron posiciones para capturarlo, pero el Gato una vez más, logró romper el cerco a sangre y fuego dejando muertos al Comisario Guerra Briceño con nueve de sus acompañantes, todos liquidados con heridas de bala en el centro de la frente.

Después de esa masacre, huyó en dirección de la quebrada de las Pavas, la quebrada de Querpón y Cascajal, permaneciendo errante durante un buen tiempo, para luego dirigirse a Salitral por las alturas de Huarmaca Mamayaco, Hualcas y Serrán. Llegó a Salitral y se refugió en la casa de don Máximo Guerrero quien lo escondió en la casa de su chacra hasta que calmara la persecución que la policía le venía haciendo. Luego de un buen tiempo, el Gato Bazán frecuentó el pueblo de Bigote donde conoció y enamoró a la mujer más bonita, como era la señorita Jesús Varona Pacherres hija de don Adriano Varona, quien no viendo con buenos ojos la pretensión de Gato, puso todos los obstáculos y el máximo cuidado de su hija para que estos amores no progresaran, pero cuando hay amor de por medio no hay inconvenientes que no puedan vencerse. Y una noche mientras la familia dormía confiadamente, el Gato Bazán logró hacer un forado en la pared del dormitorio de su amada y por ahí saco a la joven y ambos huyeron en dirección de Olmos para vivir intensamente el amorío que sostenían. En el caserío de Mano de León, ambos jóvenes vivieron un buen tiempo y tuvieron  dos hijos que fueron Marina Bazán Varona y José Bazán Varona. De ambos hijos, fue la niña Marina quien heredó los genes del Gato Bazán y de su madre doña Jesús llegando a ser una mujer bonita blanca y de ojos verdes como su padre.

Pero una vida azarosa como la que vivió el Gato no permitió que el hogar echara raíces en algún lugar, porque tenían que vivir huyendo de la policía y afrontando los peligros que significaba en ese tiempo desplazarse por el campo, con caminos peligrosos y solitarios rodeados de barrancos, ríos torrentosos, quebradas intransitables, acechados por animales salvajes, leones y serpientes, exponiendo la vida a cada paso. Don Adriano finalmente logró convencer a su hija y sus nietos de renunciar a ese tipo de vida que nos les pertenecía y doña Jesús Varona, separada del Gato, pudo establecerse en Malacasi y criar a sus hijos ejerciendo el comercio de víveres en una tienda de abarrotes y luego administrando uno de los mejores restaurantes que existió en Malacasí.

El Gato Bazán siguió su vida delictiva viviendo a salto de mata, errante y solitario y nunca fue arrestado para saldar sus cuentas por las numerosas muertes que causó en esta tierra. Fueron más de treinta años de vida sin descanso y de peligros a cada paso, que logró sortear no sin dificultades, pero si, con una tenacidad que estuvo por encima de la vida y de la muerte, pues logró sobrevivir a todos los bandoleros de su generación. 

Así fue el Gato Bazán que envejeció montado siempre sobre un caballo color canela y murió en el año 1978 cuando frisaba los 90 años de edad, en buenas condiciones físicas, como si sus años mozos se hubieran perpetuado en la eternidad de sus años otoñales. Pasó los últimos cinco años de su vida, libre de la persecución pues como todos sus delitos habían prescrito, estos fueron olvidados y viajó libremente, visitando a sus amigos que hubo conocido en el transcurso del tiempo, recorriendo nuevamente los caminos solitarios y los lugares trajinados, acompañado por los aullidos de los zorros, el rugido de los leones, los cantos de las chirocas, las soñas, los chilalos, los huerequeques los guaraguaus, las angapilas y los sonidos macabros de las tormentas de arena del despoblado de Olmos.

Caminó confiado e imperturbable por los caminos que solo él conoció por entre los hualtacos, los guayacanes, los palos santos, los faiques, los pasallos, los higuerones, los ceibos, los algarrobos, los papelillos, los charanes. Habló en su vejez con sus únicos amigos que fueron los vientos, los cerros, las quebradas, las nubes, la lluvia y el silencio infinito de la soledad porque el silencio habla mas que mil palabras. Su final violento sucedió mientras se desplazaba por los caminos secretos de Garbanzal, Querpón y la Quebrada de las Pavas, mientras cruzaba una acequia, en un movimiento brusco de la cabalgadura, su carabina, salió disparada hacia adelante, y cayendo sobre una roca, soltó un solo disparo, desde abajo hacia arriba, justo para hacer blanco en el vértice de la nariz y las cejas, partiéndole la frente de dos mitades. El destino inexorable que cobra en un segundo la factura total de las deudas, puso el fin a la vida del Gato, de la única manera posible para hacer del Gato el hombre de leyenda que solo pudo morir por su propia arma, con un balazo en la frente, como acostumbró hacer con los gendarmes que mandó a la otra vida.

Fue un solo proyectil que salió disparado de su propia carabina, porque como dice la Biblia en palabras del propio Jesucristo a su apóstol Pedro,“Pedro guarda tu espada, porque el que a hierro mata, a hierro muere”.

03.01.2022

EL AMOR EN BLANCO Y NEGRO EN MALACASÍ.

 


EL AMOR EN BLANCO Y NEGRO EN MALACASI. 

                                                

“Cuando el amor

Llega así de esta manera

Uno no se da ni cuenta.

El carutal reverdece.

Y el guamachito florece

Y la soga se revienta.” 

Canción: Caballo Viejo 

“Caballo Viejo” la canción venezolana es fiel reflejo de lo que significa la potencia del amor, solo comparable con la fuerza de la naturaleza que sucede casi inevitable  sin tener en cuenta edades, razas, colores, tamaños  ni distancias. El amor llega abruptamente envuelto en químicas inexplicables tomando la forma de  una avalancha de sentimientos incontenibles que explotan como el reventar de una soga, cuando sede a una gran tensión  superior a sus resistencias y que solo se relaja cuando se consigue la posesión total del ser que se ama sin que nada ni nadie pueda evitarlo. La canción Caballo Viejo, habla del carutal, que es como decir el platanal o el algarrobal, así el carutal es la abundancia de plantas de caruto, en la tierra Venezolana y su fruto es de aspecto parecido al zapote, con la peculiaridad que la planta florece inevitablemente durante la primavera  llenando la llanuras  venezolana de flores amarillas como un inmenso mar inacabable. Igualmente, el guamachito es también un tipo de cactus propio del norte sudamericano específicamente de tierras colombianas y venezolanas, que florece muy raramente como todas las cactáceas, pero cuando lo hace, sus flores explosionan de repente creando inmensas e interminables sabanas  amarillas que   pueden observarse desde los aviones cuando cruzan raudos esas   grandes extensiones llenas de pantas de guamachitos que cambian el panorama  gris de los cerros llenándolo de color amarillo como el de las retamas en la sierra sur de nuestro país.

Hemos  empezado haciendo alusión a la estrofa de la canción, para comentar un hecho  que sucedió  en  Brasil, donde una pareja de esposos ambos de color negro tuvieron su hijita de color blanco y ojos verdes, creando dudas e incertidumbre  en el hogar, especialmente en el papá. La madre que también era dueña de sus miedos y preocupaciones, pensando que la niña pudo ser cambiada en el hospital, exigió a su esposo que debían hacerse una prueba de ADN, comprobando finalmente que la niña era entera y verdaderamente hija del matrimonio. Comprobada la paternidad, los padres de la niña expresaron su felicidad y deseo de criar con sumo cuidado a su blanquita hija de padres negritos. Esta misma situación sucedió en Inglaterra donde una pareja de esposos de color blanco tuvieron una hija de color negro, y pensando en la posibilidad de la niña pudo ser cambiada en un acto de confusión, tuvieron que hacerse pruebas de ADN para corroborar su paternidad, cuyo resultado fue contundente, la niña de color moreno era  hija de padres blancos. Y es que entre dos razas diferentes no cabe la incompatibilidad para la aceptación mutua ni  para la convivencia y el matrimonio.

En Malacasi se dieron varios  casos de  uniones entre parejas de color opuesto, conformando matrimonios bien concebidos que duraron para toda la vida.

Don Alfonso Zunini, moreno de pelo blanco, se unió en matrimonio con Micaela Varona, de tez blanca con pelo negro, después de un largo y bonito enamoramiento que fue envidia de los envidiosos. Ellos se unieron para siempre, y  fue una buena combinación de que fue bien visto con  beneplácito por  todos sus familiares y amigos. Ellos Fueron buenos ejemplos de perseverancia en su amor,  se casaron con todas las de ley y tuvieron muchos hijos cumpliendo  con la promesa de amarse hasta que la muerte los separe. En la descendencia de ese matrimonio habrá niños blancos y niños morenos  de acuerdo a la combinación genética en el momento de su concepción, y de esa manera algunos niños serán del gen de los Varona y otros serán del gen de los Zunini.

Don Pedro Arévalo, Guambra moreno chivillo como la brea, que se desposó  con doña Teodomira Montalbán que fue tan blanca como la nieve  y ambos procrearon muchos hijos algunos morenos y otros  blancos. Guambra fue brujo curandero en Malacasi por muchos años, lució aspecto severo, poco amigable y miraba de reojo pelando los ojos. El matrimonio mantuvo su unión hasta que terminó cuando Guambra abandonó el mundo después de una larga convivencia criando a sus hijos.

Don Nico Torres Paico, moreno alto y de buena presencia, logro cautivar  el corazón de la señora Luz Arrese, blanca, alta y buena moza, con amplia cultura y profesora de profesión. También este matrimonio fue vitalicio, amoroso y con hijos, cumpliendo el juramento del sagrado matrimonio hasta que la muerte los separó.

Don Mario Tocto Rebolledo moreno fino y floreador, siempre quiso casarse con una mujer blanca, hasta que lo consiguió conquistando el corazón de Doña   Ivonne Zelada, blanca buena moza y profesora del Colegio primario de Malacasi. Este matrimonio que vitalicio, pero dio poco fruto porque tuvieron una sola hija que fue blanca y siguiendo los gustos de sus padres también se unió con un moreno de Salitral porque así son los gustos contra los cuales nada se puede interponer.

Don Manolo Quintana apodado Coletón, nunca tuvo el don del floro chamullero de Mario Tocto, hablaba poco y escuchaba menos porque fue semi sordo, pero sí contó con la fuerza y la perseverancia para conseguirse el cariño de una guapa morena y perseveró por muchos años hasta conquistar definitivamente  el corazón de Marina Zunini,  con quien conformó una buena  combinación de blanco y negro. Ellos tuvieron muchos hijos, y como el tiempo borra todo recuerdo de la memoria, ellos que estuvieron separados un buen tiempo terminaron amándose y juntándose nuevamente como si esta segunda oportunidad  hubieran comenzado de cero, porque en cosas del corazón, todo lo demás que no sea amor sobra y entonces la oportuna combinación  funciona exquisitamente.

Hubo otras uniones de esa formidable mixtura  en Malacasí  como Cecilio Torres Paico con Solía Solís, Don Gregorio Mejía Cruz  con doña Justina Herrera, Don Bolo Torres con doña Cucha Odar cuya vida se prolongó por más de cien años.

Todos esos casos de matrimonios hacen pensar que el éxito de esas uniones debe estar matizada por alguna química especial que actúa eficazmente validando la vigencia del vals “Morena “de Alcides Carreño  que dice

MORENA

Si mi vida no la endulzas
si no me sabes amar
cierra los ojos morena
que me mata tu mirar....que me mata tu mirar

Aquel que jamás
ha besado a una morena
no sabe que gusto
tiene la canela.

Aquel que bien se casa
con mujer bonita
ni cien  curanderos famosos
el susto le quita...


Así, de esta manera, queda registrado en la historia de Malacasí, la existencia de estos matrimonios que si bien tuvieron razas y colores opuestos, en cambio por su corazón pasaron las emociones que mezclaron sus sangres y los unieron más allá de la vida y de muerte.


PANCHO BELLO DE MALACASI: BELLO ME PARIO MI MARE


                 PANCHO BELLO DE MALACASI: BELLO ME PARIO MI MARE                                                  

      El amor, es una gota de agua en un cristal, 
es un paseo largo sin hablar,
es una fruta para dos.

                                    

Don Pancho Bello, cuyo nombre de pila fue Francisco Córdova fue un hombre bondadoso, tranquilo y fiel con su  compañera de toda la vida  doña Balta Cruz, morena  trabajadora e infatigable comerciante de   sus mermeladas de ciruela, papaya e higo en el colegio primario de Malacasí, donde era conocida como la tía Balta. 

La pareja solo tuvo hijos hombres que fueron conocidos por sus apodos: Dago, Digue, Cachuelo,  Mono y Tongo todos ellos  buenos exponentes de la raza morena excelentes y habilísimos peleadores en las riñas juveniles.

 Pero Mono y Tongo destacaron como muy buenos atletas y futbolistas que manejaron hábilmente la pelota dando muchas laureles  y prestancia al futbol Malacasino, pues cuando estos dos formidables delanteros  entraban al campo de futbol a jugar un partido, se transformaban en verdaderos diablos  y eran como unas  máquinas imparables moviendo la pelota a su antojo con una maestría que  hacía delirar de emoción  a toda la tribuna, sean hombres, mujeres o niños. Ellos fueron dignos discípulos Arsenio Sánchez,  de Coroco Farfán,  del Muco Torres y de la  pulga Pánfilo Garrido.

Dago en cambio fue un joven bajo de estatura pero  trejo como un torito de piel brillante morada parecida a una fresca berenjena. Le apodaron  Turula que es un zancudo grande  y peludo. Turula junto con Digue y Cachuelo pasaron inadvertidos, pero  también jugaron futbol sin superar  al estándar de otros jugadores  de Malacasí.

Don Pancho Bello vivió  en la vecindad de una misma cuadra junto con  don Toribio Chengo,  doña Melitina Peralta, doña María Mocarro, doña Juana Cisneros   y don Sixto Chirimba frente a la cancha de futbol, hoy plaza mayor de Malacasí.

Don Pancho Bello fue de raza morena de la misma estirpe de Culeca, Pánfilo Garrido, Felipe Bejarano, Guillermo Zapata Barranzuela, conocido como Pacha, de  don Juan Torres apodado Mano Negra, Juan Pichas Arévalo, Gavino Mendoza, Etelvina Barranzuela la samba,  pareja de Chicharro Flores  y  Antonia Torres, hermana de Bolo Torres etc., todos ellos morenos cutos venidos de Morropón, La Encantada, Yapatera, Corral de enmedio, Talandracas, Malingas  la Pilca, Solumbre y Chulucanas.

En la raza morena hay más de cien tipos  antropológicos, que varían tanto por sus diferencias faciales, como por la  talla y la gama de color de su piel. En un extremo está el negro tosco cuya cara se asemeja casi a un  gorila.  En el otro extremo está el  negro fino, cuerpo delgado muy delicado, dientes blancos de excelente calidad y piel azulada color aceituna. 

En circunstancias normales, la gente morena guarda su tradición de casarse con  personas de su misma raza y color, con lo que guardan la pureza de los rasgos genéticos así como las costumbres y bagajes  culturales legados de sus ancestros; pero luego del contacto con otras razas se van mezclando guardando predilección por la gente blanca. Pues en el amor, suceden cosas extraordinarias y bonitas como el caso del negro esclavo José Manuel “Matalaché” que ayudado por la esclava negra Casilda, logró conquistar el amor de María Luz la blanca hija del patrón,  dueño de la hacienda “La Tina”, quien consumida por un ardiente amor y deseos libidinosos por el moreno, en la primera oportunidad  que tuvo se entregó  en los brazos del mandingo y éste la condujo delicadamente al  lugar conocido como el preñadero, donde la  hizo conocer los placeres del amor con tanta intensidad que la niña Luz maría expresaba los goces del sexo con desaforados  gemidos de placer que hacían templar la pared de quincha del preñadero. Estos encuentros animados por los cantos de los esclavos, fueron constantes e interminables plenos de lujuria que la niña nunca antes  había sentido, y estos se dieron hasta que ambos fueron descubiertos, y puesto en evidencia el negro Juan Manuel Matalaché, acepto orgulloso la pena que le correspondía al esclavo que tuvo la osadía de hacer conocer el amor a la niña más bonita de la hacienda “La tina”, e hija del dueño de la misma, es decir a morir frito en un perol de jabón líquido hirviente

Porque el amor carnal entre dos personas es así como dice la canción de cantautor español don Camilo Sesto.

El amor, es una gota de agua en un cristal,
es un paseo largo sin hablar,
es una fruta para dos.

El amor, es un espacio donde no hay lugar
para otra cosa que no sea amar,
es algo entre tú y yo.

El amor, es llorar cuando nos dice adiós,
el amor es soñar oyendo una canción,
el amor es rezar poniendo el corazón,
es perdonarme tú y comprenderte yo.

El amor, es parar el tiempo en un reloj,
es buscar un lugar donde escuchar tu voz,
el amor es crear un mundo entre los dos,
es perdonarme tú y comprenderte yo

El amor, es una boca con sabor a miel,
es una lluvia en el atardecer,
es un paraguas para dos.

El amor, es un espacio donde no hay lugar,
para otra cosa que no sea amar,
es algo entre tú y yo.

Todos los morenos que vivieron  en Malacasi fueron del tipo intermedio entre estos dos extremos que he logrado presentar, pero Don  Pancho Bello  tuvo la buena fortuna que su mamá lo apodara  desde pequeño como Pancho Bello, aunque la belleza en su caso le fuera esquiva,  y  con ese nombre  fue conocido en Malacasí para toda su vida.

Si nos ajustáramos a los cánones de belleza, diríamos que Pancho Bello, no fue pues un hombre físicamente atractivo, pero lo fue por su bondad y serenidad que semejaba a un hombre sabio. Quizás Pancho Bello recibió este alias en un arranque de ternura de su madre que como toda progenitora mira  a sus hijos  como los seres más lindos del universo  y eso bastó para que así fuera llamado toda su vida, pues como dice un dicho Bello me parió mi mare

Pancho Bello durante su vida  tuvo una fuerte prueba del destino, debiendo sufrir el dolor y la pena  de enterrar a su hijo Cachuelo quien murió en Piura, cuando un saco de papas se descolgó desde lo alto de un camión sobre su cabeza dislocándole la columna en la parte más delicada de las vértebras cervicales, causándole la muerte. Pero Pancho Bello siempre se mantuvo de pie, y sereno  aun en circunstancias más difíciles, y un día agobiado por los años vividos, cansado ya de tanta tristeza, decidió que debía  despedirse como Dios manda y  se encaminó muy seguro  a la iglesia de Malacasi, se sentó cómodamente en una banca, y se puso en comunicación con Dios en una conversación que duro más de tres horas y ahí mismo entregó su alma al creador de tal manera que cuando sus hijos se acercaron a despertarlo creyendo que se había dormido, cayeron en la cuenta que Pancho Bello ya no pertenecía al mundo de los vivos.

Así  partió a la eternidad a encontrarse con sus antepasados que pacientes le esperaban tomando su chicha y conversando sobre su vida que pasaron por este mundo.

Y con este retrato en blanco y negro dejamos constancia por escrito que Pancho Bello  existió de verdad en Malacasi pero más tuvo de feo que de bello, porque al fin de cuentas, “No hay bonito sin su pero, ni feo sin su gracia”

Enero 2022

DOÑA DOMINGA LEÓN : LECTORA DE LAS ESTRELLAS EN MALACASÍ.


DOÑA DOMINGA LEÓN : LECTORA DE LAS ESTRELLAS EN MALACASÍ. 


Doña Dominga León vivió en la zona marginal del casco urbano de Malacasí, detrás de la calle principal saliendo para Mangamanguilla  en una casa dotada de un inmenso corral lleno de gallina, patos, pavos  y  vacas lecheras. Fue una persona solitaria pero contaba con dos hermosos gatos negros, que engreía como si fueran sus hijos. Era dueña de  un carácter poco amigable pero quienes le trataron de cerca afirmaban que ella  tenía un un corazón noble y  bueno al extremo, de dar todo lo que tuviera,  para saciar el hambre de quien sufriera por la carestía y la pobreza. En su vida diaria, ella se dedicó a tiempo completo  a la crianza de vacas y cabras y tenía el don de  amansar a los toros bravos convirtiéndolos en animales de carga y muchas veces se le vio montada sobre un toro utilizándolo como si fuera un burro o un caballo. Ella también era dueña de una chacra donde sembraba maíz para alimentar con el tallo de esta planta  a sus vacas, y  ella misma cultivaba la tierra  sin necesitar la ayuda de nadie.

Los familiares de doña  Dominga León, aseguran que ella  fue un ser maravilloso, que se conectaba con la naturaleza, hablaba con las plantas, hablaba con los grillos, con la cigarras, con los pájaros, pero también tenía el poder de la adivinación mirando las estrellas del firmamento, anunciando eventos futuros, y previniendo a los malacasinos para estar preparados contra los peligros de epidemias, y enfermedades. Ella tenía el poder de ver el aura de las personas y mediante este don,  sabía si una persona estaba a puertas de dejar este mundo, porque el aura de las personas va cambiando de color cuando se acerca a la muerte.

Doña Dominga León fue experta en la interpretación del Tarot y gracias a esa habilidad predijo con mucha anticipación el asesinato de don Nicanor Cruz a manos de sus propios hijos, también predijo la muerte del finado Periquillo, aplastado por su propio tractor y la muerte de don Orángel Ato ocurrida en el camino a su chacra, cuando galopaba en su caballo a gran  velocidad y de improviso se cruzó una iguana en el camino asustando al animal, que se detuvo  bruscamente en seco, lanzando a don Orángel Ato  de cabeza contra el piso rompiéndose las vértebras de columna cervical y muriendo irremediablemente,  después de una semana agonía en un hospital de Piura, a pesar de las atenciones que le brindaron para salvarle la vida.

Doña Dominga León también tenía el don de comunicarse con los reptiles, sean pacazos, iguanas, camaleones, culebras etc. Pero lo que más dominó fue el arte de adiestrar colambos como guardianes de su chacra y lo hacían tan celosamente que cuando alguien se le ocurrió entrar a la propiedad de Doña Dominga León, aparecían hasta dos o tres  enormes colambos dispuestos a atacar a los intrusos. Los colambos sabían predisponerse como un garrote, se paraban sobre su cabeza como si fueran un tremendo látigo y se disparaban sobre la gente que recibían  cada golpe como si fuera un pencazo o un boyerazo. Así que los intrusos recibían en cuestión de minutos  como veinte  o treinta pencazos a la vez, y no tenían otra alternativa que salir corriendo de la propiedad de Doña Dominga León, ella se alegraba  de tener esos buenos  guardianes a los que alimentaba con huevos de gallina,  llamándolos por  los nombres con que ella los bautizaba, siendo su engreído el que se llamaba Fierabrás.

También su amplio corral estaba siempre lleno de gallinas y pavos con quienes se deleitaba hipnotizándolos y haciéndolos quedar inmóviles totalmente dormidos de pie sobre una pata, o durmiéndolos  tendidos  como si estuvieran muertitos. A un solo golpe de palmada, las gallinas y pavos se levantaban  en un tris tras y seguían como si nada hubiera pasado. Así fue y vivió Doña  Dominga León en Malacasí, lo más lejos posible de las personas y vecinos, porque así como ella solía decir,  que más temía a los vivos que a los muertos.

Un día en las fiestas sagradas de Semana Santa, Doña Dominga León se enfermó de repente, y nadie la vio salir de su casa, como solía hacerlo cada mañana. Los vecinos se dieron cuenta que algo había sucedido porque los toros no habían sido sacados del corral, entonces ingresaron a su casa y en el centro de la sala  echada sobre una hamaca  yacía el cuerpo sin vida pero  incorruptible  en espera de que le den cristiana sepultura. Doña  Dominga León fue enterrada un día antes que empezara a funcionar el alumbrado eléctrico en Malacasí y a partir de aquel momento, los enamorados que solían acudir cerca de su casa para amarse aprovechando la oscuridad de la noche, perdieron su lugar de citas y se cambiaron a otro lugar dentro de la quebrada de Malacasí.

Escribo esta lectura para la historia de Malacasí para que no olvidemos a Doña Dominga León la única mujer malacasina que leía el destino de las personas que estaba escrito en las estrellas del cielo.

enero 2022

 

VICENTE GARCíA CASTILLO, UN SUEÑO MALACASINO CUMPLIDO.

 

VICENTE GARCÍA CASTILLO: UN SUEÑO MALACASINO CUMPLIDO 


En los  los primero años de 1950 doña Simonita Burgos acudió presurosa para asistir el parto de doña Rosa Aurelia Castillo Sandoval, que se había tornado  muy difícil, debido a que el bebé presto a  nacer, no venía en posición cefálica, es decir de cabeza  como es normal; sino que lo hacía  en posición podálica, para nacer de pie. Doña Simonita Burgos, especialista  en la asistencia  en   labores de parto, trabajó arduamente para posicionar al bebé lo mejor que pudo para su llegada al mundo  y después de dos horas de labor de parto, el niño salió de pie directo a las manos de la experta partera, quien al verlo, rosadito y robusto dijo, "Este niño niño ha nacido de pie,  con estrella fulgurante  y será grande para vencer todas las dificultades". Fuera de la casa, una chisca  se deleitaba  silbando el advenimiento de este nuevo ser, ofreciendo  sus mejores trinos de calandria enamorada, posada en lo más alto de la planta de uvero (árbol endémico del bosque seco piurano) que lucía verde y hermoso en la puerta de la casa.

Vicente vivió feliz sus primeros años, jugando y correteando por las calles inundadas por  las lluvias torrenciales, como lo hacían todos los  churres malacasinos, creciendo felices en contacto con la naturaleza, haciéndolo con alegría en medio de todas la carencias de la vida rural, silvestre y  campesina, sin las comodidades materiales que ofrece el secularismo de la vida citadina, pero aprendiendo in situ, como es el ciclo de la cadena alimenticia, como es el ciclo del agua, cómo se dan los fenómenos atmosféricos, como se  acrecienta el caudal de los ríos, como se aprende  a nadar apoyado en una cámara inflada de los camiones, como se produce la lluvia, los relámpagos los rayos; cómo germinan y crecen las plantas, como se polinizan y forman los frutos, como y de qué  se alimentan los los animales y las plantas, siendo estas experiencias un rico ingrediente para alentar las raíces de su vocación de ingeniero agrónomo que aparecería con fuerza, al termino de sus estudios secundarios en Chulucanas y Piura, pues como todo malacasino que quería retar al futuro tenia que salir a jugarse el todo por el todo en la la vida secular y materialista  del mundo moderno.

Su primera y mejor  maestra fue su madre doña Rosa Aurelia Castillo Sandoval, quien desde pequeñito le narraba historias, cuentos y fábulas para que se quedara dormido. En esa época Vicente escuchó la leyenda Belga  de Genoveva de Brabante, que era una princesa muy linda y buena que se quedó sola, cuando su esposo el conde Sigfrido de Brabante, se marchó a la guerra que los franceses y Belgas se aprestaban a combatir contra los moros musulmanes que pretendían invadir Francia desde España, cruzando los montes Pirineos. Genoveva se quedó sola y al rechazar los requerimientos amorosos de su corrupto mayordomo Golo, quien primero encerró a la princesa en los calabozos donde nació un niño a quien puso por nombre Desdichado. Luego fue expulsada del castillo  y dejada abandonada en el bosque plagado de fieros  animales montaraces. Refugiada en una gruta, el niño fue alimentado con la leche que le proporcionaba una venadita, que se acercó a ellos milagrosamente mientras huía de unos cazadores que la perseguían.

Vicente García escuchaba a su madre con deleite la leyenda  triste de esta princesa que vivió entre los animales salvajes durante siete años, hasta que volvió de la guerra el príncipe Sigfrido y estando en su castillo se enteró que Golo, era un infame, ladrón y traidor , por lo que lo hizo  encerrar en la misma celda donde  estuvo cautiva la princesa Genoveva. Allí  murió Golo atormentado por  los remordimiento y la locura. Finalmente, Vicente se quedaba dormido y soñaba con todas la escenas que su madre le narraba y se soñaba recorriendo los caminos de Brabante en busca de la gruta de la princesa de la leyenda.

Continuaba doña Rosa Aurelia Castillo Sandoval, como la hacía la princesa Sherezada con los cuentos de Las mil una noches,  contándole al dia siguiente la historia a Vicente. Un día el Conde salió de cacería con sus vasallos y cruzándose en su camino con la cueva donde vivía Genoveva con su hijo y la venadita, se compadeció de ver una mujer tan delgada menesterosa e irreconocible, acompañada de un niño en tal estado de abandono que inundado por la pena y la misericordia se acercó a ellos, mientras que Genoveva, se hizo reconocer de su esposo el conde de Brabante, quien luego de abrazarlos,  ordenó a sus vasallos  que inmediatamente ambos fueran  trasladados al castillo y tratados conforme a su categoría  de realezas que les correspondía, y así  Genoveva junto con su hijo el príncipe Desdichado volvieron al castillo. 

Ese fue el primer impacto emocional que pegó fuertemente en la vida interior de Vicente García quien a partir de esos primeros años empezó a tejer la telaraña de su crisálida espìritual personal, que le preparó para las pruebas que le tenía reservada la vida futura. Doña Aurelia también le contaba a su pequeño hijo de las obras de irrigación y agricultura que hicieron los antiguos peruanos que desarrollaron  obras de andenería  y sistemas hidráulicos de riego en los diferentes   techos ecológicos, haciendo posible  el cultivo variado de infinidad de plantas cereales y frutales, que hasta hoy nos asombran por su variedad, siendo el mas importante, el aporte de las mas de 3000 variedades de papa que el Perú ha legado al mundo. Todo esto iba gravando en su mente Vicente García en el tramado de su crisálida espiritual. Pero esta etapa de la influencia materna tocó su final porque doña Rosa Aurelia Castillo abandonó este mundo el 18 de agosto de 1965, dejando a Vicente García en plena etapa de su niñez.

En  los años de 1970 se dio el proceso de reforma agraria y el padre de Vicente quien fue don Don Cirilo García Rubiños, hombre honrado y transparente que se desempeñaba  como auxiliar de administración de la hacienda Malacasi por muchísimos años, fue duramente y malamente maltratado por sus propios  compañeros de toda la vida, quienes consideraban in-fraternalmente, que el buen Don Cirilo García  había sido un trabajador pro-patronal, y por esa simple razón, fue separado del grupo cooperativo que se formó como consecuencia de la ley expropiatoria. Vinieron días aciagos y de incertidumbre para el casi niño Vicente García quien luego de estudiar sus primeros años en Malacasi,  emigró a Chulucanas para poder seguir estudios de técnico agropecuario, pero carente de de todo recurso económico, pudo conocer el nivel mas inferior de lo que significa  vivir en pobreza, pero sin renunciar a mantener incólume su dignidad.
 
Pues  Vicente García Castillo había nacido de pie y con estrella fulgurante, como lo había pronosticado doña Simonita Burgos, y  sin mediar tramite ni esfuerzo alguno, un día que se encontraba a la puerta del estadio de Chulucanas fue abordado e invitado  por un dirigente de un equipo  de Chulucanas que disputaba un partido de futbol contra otro equipo de Piura,  para que se integrara a jugar en el segundo tiempo, ya que estaban perdiendo el partido. Vicente García  que no tenía ni siquiera zapatos de futbol, le fueron prestados unos de segunda mano y de mayor talla pero él no se amilanó y entró a jugar en el segundo tiempo, logrando que su equipo, saliera de perdedor y terminara el partido empatado. Vicente, ese día sintió que una fuerza poderosa no identificable, sino fuera por la creencia que tenia, en que todo auxilio nos viene del Señor que hizo el cielo y la tierra, le había permitido esta oportunidad, de mostrar  su juego rápido y luchador, dada  por el dirigente chulucanense  quien era un alto  funcionario del Banco Popular. Luego de terminado el partido, el directivo del equipo Piurano Deportivo Los Halcones de FAP se acercó a Vicente y  no solo le pidió que se incorporara al equipo Piurano, sino que le ofreció un contrato  y  un sueldo de 500 soles, que solo era alcanzable por los mejores jugadores de ligas mayores de esa época.

Esta oportunidad fue providencial, porque  a partir de ese momento Vicente pudo comprarse todos los cuadernos y libros que siempre habían estado fuera de su alcance económico, y avanzar con sus estudios en condiciones más propicias y mejor alimentado. Pero en todo y  en todas partes se cuecen habas y no faltó que algunos jugadores envidiosos le lesionaran seriamente los meniscos,  inhabilitándole para seguir jugando al futbol, permaneciendo durante tres años  completamente fuera de esta actividad, más no, de seguir estudiando, esta vez ya en la Universidad Nacional de Piura, en la especialidad de Ingeniería agronómica. Para subsistir se vio precisado a ingresar a la FAP para desempeñarse como  soldado avionero, donde su estrella brillante, llamó la atención de un Comandante FAP quien le facilitó la oportunidad de poder trabajar y estudiar, porque él había nacido para triunfar.

Pero la oscuridad siempre trata de apagar la luz y ahí se ganó la envidia gratuita de unos compañeros que le hostigaban para desanimarlo en sus propósitos. Animado en sus deseos de superarse, intentó ingresar a la escuela de sub-oficiales FAP en Lima pero nuevamente, no lo  consiguió por un descuido de no presentarse al examen en la hora indicada y regresó a Piura para concentrarse  en su sus Estudios de Agronomía. El tramado del capullo de su crisálida espiritual  fue cada vez más sólido y pronto con grandes esfuerzos rompería las ataduras  y volaría libre, como una afanosa mariposa, escrutando  a todo viento todos los espacios del firmamento. Ahí en Piura siguió  trabajando en la FAP pero fue involucrado en ser parte de una manifestación tramada en contra del gobierno militar, y fue encerrado durante tres meses en el calabozo militar, que duró hasta que fue probada su inocencia y repuesto en sus labores siguió  avanzando en sus estudios.

Pronto logró involucrase totalmente en la Universidad  como Jefe de Práctica  y a la vez consiguió  integrarse a un equipo de trabajo de un programa de investigación y desarrollo agrario propiciado por la república de Bélgica, que le permitió trabajar con las comunidades campesinas de Huancabamba. Esto sucedió en la década de 1990, y ahí empezó a aflorar su sensibilidad por ayudar en la solución de las necesidades de los más pobres, tornándose más  acentuada y contundente. Todos su afanes fueron dirigidos a trabajar intensamente por desarrollar cultivos en la comunidad de Sondorillo cuyas tierras eran  de cultivo secano y  otros lugares  de la sierra huancabambina para cultivar  sembríos de hortalizas, que eran poco empleadas por la población. En esa década él nunca se olvidó de Malacasí y emprendió un programa de reforestación para que todas las calles  malacasinas  fueran sembradas con especies de arboles para dar sombra y alegría a los hogares del pueblo. Estos afanes ganaron el aprecio de su jefe Belga, quien le propuso postular a  una beca para realizar  estudios de especialización en la universidad de Lovaina en el condado de Brabante en Bélgica, y así se fue  cumpliendo la profecía de la Sra. Simonita Burgos,  que  Vicente había nacido con estrella fulgurante, y vencería todas las dificultades y alcanzaría el triunfo profesional.

Ya en la Universidad Nacional de Piura logró ser nombrado profesor principal y un día se enteró que la beca solicitada para sus estudios en Bélgica había sido aprobada, específicamente a su nombre, dejando de lado todos los deseos de  algunos jefes de la facultad, que pretendieron  adjudicarla a otro postulante con más antigüedad. Vicente venció otras obstáculos ayudado por la científica Anne Marie Hocquenghem y logró  obtener su  Pasaporte, Visa  y aprender el idioma francés en un tiempo acelerado, pues no sabía nada de francés, y así logró partir a las tierras del conde de Brabante y reconocerse allí como en sus sueños de niño, buscando a la venadita y la cueva donde la princesa Genoveva y su hijo  el príncipe Desdichado  sobrevivieron milagrosamente.

Vicente García Castillo es el primer Ingeniero Agrónomo  nato de Malacasí, y presta sus servicios profesionales como profesor principal, en la facultad de ingeniería agronómica de la Universidad Nacional de Piura, volcando todos sus conocimientos científicos  que ha adquirido en la rutina diaria, en la  praxis de la vida y el estudio en las aulas, para volcarlos en sus alumnos, pero aún falta que sus aportes se irradien a todo el Perú, para el reconocimiento que se merece este bueno y grande malacasino. Su Currículum Vitae es muy ámplio y puede encontrarse en la información pública de google, y en el portal público de transparencia donde aparecen todos los cargos y servicios prestados al Estado.



enero 2022