DON TEODORO GUERRERO ESCÁRATE: EL CAZADOR INFALIBLE
Don Teodoro Guerrero Escárate nació en Salitral, del seno de doña Maximina Escárate, una de las personas más buenas y cariñosas, que vivió gran parte de su vejez en Malacasí gozando de todo el aprecio de sus amistades y del amor de sus hijos El era bajito de estatura y de color claro, pero de pelo zambo y frentón, que tuvo una vejez sosegada y tranquila, nunca se le vio agresivo, ni busca pleitos, pero cuando en alguna oportunidad tuvo que enfrentar a algún alevoso, lo hizo muy bien, no utilizaba los puños mayormente, sino la cabeza, y cada cabezazo que propinaba, hacía rodar por los suelos a sus adversarios, por ello se hizo merecedor de todo el respeto.
Don Teodoro, fue el mejor cazador de venados de Malacasí y como tal, se conocía todos los jagüeyes en los treinta kilómetros a la redonda que rodeaban la rinconada de El Ala,y tampoco hubo secreto de cacería que escapara de su conocimiento ancestral legado de su árbol genealógico. El conoció todas las técnicas y estrategias propias del arte de la caza, y por ello, no lo hacía por gusto, ni por vicio, sino como consecuencia de su necesidad mínima de sobrevivencia. Fue eximio francotirador, de manera que ninguna presa se le escapó de sus disparos dentro del perímetro de los cien metros. Fue el único que vi cazar patos y palomas al vuelo. Sus coto de caza eran respetados con todo escrúpulo: venados en la rinconada del El Ala, perdices en la rinconada de Tabernas de Salitral, patos silvestres en los arrozales y puquiales de Polluco y Morroponcito, palomas pamperas y de ojos azules en los cerros de La Alberca y sajinos en la rinconada de Mangamanguilla.
Don Teodoro Guerrero, fue un gran amigo y mejor persona, muy servicial y de un bueno y grande corazón, presto a ayudar en lo que se le pidiera. Nunca uso sus armas de fuego para fines fuera de sus propias necesidades, y cuando una vez que se le solicitó para matar a un perro que estaba bastante deteriorado, él para justificar el favor, disparó entre las piernas del perro para no liquidarlo, aduciendo que le falló el disparo. El cargó con la imposibilidad de poder manejar su brazo derecho por toda la vida, debido a un accidente vehicular que sufrió en la década de 1950 cuando se dirigía de Trujillo a Chimbote. En la cuesta de Coscomba antes de llegar a Chimbote, el camión se desbarrancó y Don Teodoro casi pierde la vida, pero sufriendo graves lesiones, en todo el cuerpo, su brazo derecho quedó seriamente dañado con fracturas en varias partes, y los cordones nerviosos perdieron el control sobre todos los dedos de su mano, la misma que finalmente quedó con los cinco dedos doblados hacia la palma y casi seca, sin masa muscular, motivo por el cual Teodoro escondió su mano en el bolsillo por casi toda su vida. Solo la exponía cuando disparaba, pues tenía que usarla como apoyo del cañón de la escopeta. Después del accidente, Don Teodoro Guerrero volvió a retomar sus actividades y se enamoró de doña Delfina Carrasco, se unió con ella para toda la vida, procreando más de doce hijos durante su matrimonio.
Sus amigos, lo rebautizaron con el apelativo de Perro, porque tenía la nariz chata parecida a la de un fino canino pequinés, pero Él lo tomaba como una broma de sus amigos más íntimos y nunca lo vimos molesto por tal apodo, ya que el mismo era amante de los perros que lo acompañaron en sus trabajos de cacería. Don Teodoro amaestraba bien a sus perros de tal manera que nunca espantaron a ninguna presa y antes bien, cuando salían a cazar venados los perros permanecían pegados a su costado atentos a los gestos con que él los manejaba.
Pero sucedió que un día de repente, en Salitral empezaron a aparecer muertas las cabras y ovejas en los corrales, debido al ataque feroz de un león, que incursionaba durante la noche desde los campos cercanos al pueblo, sin que su presencia fuera advertida por los perros ganaderos que cuidaban a las cabras en todo momento, y era que éstos, sí advertían la presencia del león, pero como el animal no era un león real , sino producto de un acto de brujería, era un hombre-león , entonces los perros se morían de miedo y no osaban siguiera emitir un solo ladrido. El león se metía a los corrales y mataba a los animales que encontraba, sea cabras, ovejas o cerdos, todos eran víctimas de la misma brutalidad con que los atacaba, y aparecían muertos con graves heridas de garras en el cuerpo. El león no mataba para saciar una necesidad alimenticia, sino por pura malignidad, la gente lo tildaba de manaturaloso, que mataba solo por el gusto de matar, así son los brujos maleros. En Malacasí, hubo siempre la creencia generalizada que las personas, hombres y mujeres practicantes del nahualismo o teriomorfismo, se convertían en leones, chanchos, chivatos, lechuzas, patos etc., para salir a causar daños en las chacras, en las casas, y en las calles asustando a la gente.
Decían que antes de convertirse en animales, los brujos se tomaban unas pócimas y luego de rociarse unos polvos especiales en la cabeza y el cuerpo, se subían en el cerco del corral y se lanzaban desde lo alto con los ojos vendados diciendo ¡Sin Dios y sin María! Y... zas... caían convertidos en animales. Un día que Don Teodoro Guerrero, con su escopeta cargada con balas de plata, como solía hacerlo cuando volvía muy tarde de la noche a su casa, se encontró de improviso con el tremendo león que le miro con enormes ojos brillantes, como dos grandes faros de luz que se reflejaban la nitidez de la luna llena, porque los felinos son nictálopes y en la noche pueden ver como si fuera de día. El león se plantó en seco y en un instante que parecieron horas interminables, ambos se miraron sorprendidos y paralizados como si de pronto se hubieran quedado sembrados en la tierra, pero luego de esos pequeños instantes inacabables, el león huyó velozmente encaramándose en un grueso algarrobo. Don Teodoro se sintió presa de un gran temor y le temblaron las piernas, pero venciendo todos sus miedos se acercó sigilosamente, hasta ubicar al tremendo felino que lo miraba asustado y acorralado desde lo alto. Levantó entonces su arma y apuntó cuidadosamente, pero cuando estuvo a punto de disparar, el león, asustado, derramando abundantes lágrimas y con voz de ruego suplicante, le hablo diciendo, ¡Cuidado compadre Teodoro, por favor no me mate! Pero don Teodoro que ya estaba enterado de las andanzas de su malévolo compadre, le contesto ¡Muere maligno, que yo no tengo compadres leones¡ y Pummm, un ruido violento, perturbó el silencio de la noche perdiéndose en el infinito espacio. Una poderosa bala de plata de nueve milímetros devoro la corta distancia que los separaba, y en un abrir y cerrar de ojos, traspasó todo el tórax del león, de costado a costado, abriéndole un túnel que derramaba sangre como si fuera una una manguera. El león, herido de muerte se precipitó pesadamente desde el árbol, y se perdió rengueando en la maleza, pero don Teodoro no quiso rematarlo porque sabía que los días de su compadre habían llegado al final, y que todas sus maldades quedarían congeladas en el mortal agujero perforado en sus entrañas.
Mal herido, el león se levantó trabajosamente y caminando lentamente como cargando la totalidad de sus perversidades, se perdió en la lejanía arropado en la negra oscuridad de la noche. En la mañana del día siguiente, se comentó en todo Malacasí, que don fulano de tal estaba muy enfermo, y dos días más tarde, que había fallecido.
Todo esto se contó por muchos
años acerca de lo que le sucedió a don Teodoro Guerrero Escárate, pero no sabemos si fue cierto o fue un invento del
mismo don Teodoro, para hacernos creer que de verdad fue el mejor guerrero de Malacasí como su apellido lo indica, pero de lo que si estamos seguros, es que fue, Don Teodoro Guerrero Escárate, el cazador infalible.
noviembre 2021.