COSAS DEL MÁS ALLÁ: MAMÁ, MAMÁ, MÍRAME LOS DIENTES.

 

COSAS DEL MÁS ALLÁ : MAMÁ, MAMÁ, MÍRAME LOS DIENTES.


Doña Faustina García, llegó a vivir a Malacasí el año 1950, con su compañero don Camilo Tineo Carrasco, junto a la casa de Carlos Tineo, y su modo de vida se desarrolló apoyada en su negocio de expendio de desayunos y almuerzos, que preparaba para las personas de menor capacidad adquisitiva. Ella vino de Santo Domingo un pueblo de las alturas de Morropón. Allí en su negocio, los comensales se reunían desde temprano a tomar su café y gran parte del tiempo que permanecían, relataban anécdotas , relatos, e historias de sus pueblos.

Doña Faustina, se animaba algunas veces a contar historias de su pueblo, y a ella le escuché la historia de una señora bonita y vanidosa llamada Blancaflor que vivía en el pueblo de Pambarumbe, y no creía ni en Dios, ni en la virgen María, y mucho menos en ningún santo de la Iglesia Católica; tampoco en las almas benditas de los difuntos del Purgatorio. Un día la señora Blancaflor  se fue al cerro cercano del pueblo para   recoger leña para su cocina, siendo un poco más de la cinco de la tarde, pero resulta, que se hizo tarde porque no logro conseguir la leña tan rápido, de manera que cuando se dió cuenta, ya estaba anocheciendo por lo que se apresuró a regresar, tomando un camino que pasaba  cerca de una quebrada seca, cercana de la zona urbana, cuando  de pronto escucho un débil y lastimero  llanto de un niño pequeño proveniente de un costado de la quebrada, por lo que ella apresuró el paso, pero cuando más rápido caminaba, el llanto del niño más se alejaba, entonces ella optó por detenerse y observar bien de dónde provenía, y pronto se dió cuenta de un bulto semi escondido en unos matorrales, y ahí se dirigió inmediatamente. Ya en el sitio, descubrió que se trataba de un bebé que lloraba de frio. Blancaflor  lo levantó, lo acunó en su brazos y se compadeció de él, y retornó  de nuevo a su camino en dirección del pueblo, Había caminado unos cien metros más adelante, cuando sintió que el niño de pronto empezó a mostrarse más grande y pesado, haciendo que su caminar fuera más lento de lo habitual. Cuando estuvo un poco cansada, se detuvo y destapando la carita del niño, éste repentinamente le dijo mamá, mamá.

Ella se extraño mucho, pensando que quizás era una confusión lo que había escuchado, por lo que le cubrió la cara y siguió caminando rápido, pero el niño volvió a insistir, mamá, mamá, mírame los dientes, mírame los dientes, ante esta situación la mujer volvió a descubrir la cara del niño y éste le mostro su grandes dientes más grandes que los de un adulto, y ante cuya sorpresa solo atino a arrojar al niño, quien antes de caer a tierra, se paró  junto a ella, sin cesar de repetir, mírame los dientes, mírame los dientes, mostrándolos  cada vez mas grandes u puntiagudos, igualmente, de la frente, le brotaron dos grandes cuernos, a la vez que exhibió una gran cola en la parte trasera. Blancaflor, estaba a punto de desmayarse,pues el niño en realidad era el demonio que reclamaba su alma. Pero  de pronto se escuchó el chilalá de  los chilalos que  estaban dando el adiós a la claridad del día, siendo imitado por el kikiriki de los gallos que son los aliados del Niño Jesús. Escuchose entonces una explosión acompañada de un fuerte  olor a azufre  que invadió todo el espacio como una gran nube y  una voz  escalofriante que salía de la boca del demonio que le dijo - Los chilalos y los gallos te han librado de que pueda llevarte a los infiernos por incrédula-  y una risa escalofriante ja,ja,ja,jajajajajaja y potente se fue repitiendo en un eco interminable que se fue perdiendo  en el cerro.

Bancaflor, la mujer vanidosa e incrédula, libre ya de la acción del maligno, alcanzó las primeras casas del pueblo corriendo a ponerse  un antiguo escapulario de la Virgen del Carmen que tenía guardado desde hacía mucho tiempo, sin usarlo, volviéndose, a partir de ese momento en una mujer piadosa y creyente, y no se cansaba de repetir, que el diablo existe, pero que nos hace creer que no existe, para así tener cogida nuestra alma  en sus garras. Doña Faustina García, juraba que ella había conocido a Blancaflor quien había tenido el encuentro cercano con el mismo demonio, a pesar de que quienes  le  escuchaban esta historia afirmaban que era una historia  inventada de los antiguos  centroamericanos  practicantes del vudú, y también  de una capullana sullanense que tenia una historia parecida.

De todas maneras aunque doña Faustina no fue Malacasina, si vivió allí por mucho tiempo, pues habiéndose quedado viuda, se vio en la necesidad de volver al pueblo de Santo Domingo donde aún tenía algunos familiares. Esta lectura malacasina evitará que nuestros paisanos no se dejen convencer por los oropeles y fantasías con los que el Mamón suele engañar a los humanos.

noviembre 2021.