LOS TRES DILUVIOS EN MALACASÍ 1925, 1953, 1983


LOS TRES DILUVIOS EN MALACASÍ 1925, 1953, 1983


Todos los habitantes de Malacasí, niños y adultos que vivieron en 1925, coincidieron que en ese año hubo un verdadero diluvio, dado que la lluvia se precipitó incontenible durante, muchos meses, y todos los ríos y quebradas que bajan de las alturas de las cuencas de Huancabamba, y de Huarmaca, aumentaron hasta diez veces el volumen de sus caudales, arrasando chacras sembríos y animales, causando grandes daños y pérdidas a los agricultores, ganaderos y transportistas.

Durante los primeros días del mes de enero de 1925, se vio en los campos, chacras, cerros, overales, algarrobos y faiques, la presencia de muchas chiscas de color blanco con su larga cola que parecían finimos copos de nieve voladores, y siendo que las chiscas son de color gris, este fenómeno fue interpretado por los ancianos, como anuncio de que ese año sería lluvioso.

Y efectivamente, desde mediados del mismo mes, se precipitaron verdaderas cataratas de agua desde el cielo, dando la impresión de que se trataba de otro diluvio universal. Llegó un momento en que todos pensaron que el fin del mundo había vuelto a repetirse, luego que sus casas terminaron casi destruidas en su totalidad y la hambruna por falta de alimentos empezó a causar serios estragos especialmente con los niños que pronto fueron victimas de toda clase de enfermedades y carencias.

Los años anteriores habían sido muy secos y la gente había sufrido una hambruna severa, que hasta pensaron que Dios los había abandonado. Se había hecho rezos, novenas, misas, procesiones y todas las actividades de alabanza pidiendo a Dios que hiciera llover, y sus ruegos no habían sido escuchados. Pero cuando vino la lluvia desbordando sus  expectativas, todos pensaron que al altísimo se le había pasado la mano, porque no paraba de llover ni de día ni de noche, y la lluvia era acompañada de grandes ráfagas de viento, tremendos resplandores de relámpagos y aterradoras detonaciones de truenos y rayos, que no dieron tregua en ningún momento, haciendo que la gente perdiera la noción del tiempo y la cuenta de la fecha, los días y los meses en que se encontraban.

Se supo que fue don Nicolás Ríos Aponte el más anciano de todos, el único que tuvo la precaución de controlar los días del calendario, para no perder las fechas de los días y los meses y pasadas las lluvias, los volvió a la realidad después de los aproximados seis meses que duró el evento. Durante, la lluvia diluviana e incesante, fueron apareciendo infinidad de mosquitos, zancudos turulas, saltamontes, peloteros, moscones pestilentes, escarabajos negros, inmensas cantidades de grillos, arañas, alacranes, cienpieses, zamba palas, culebras corales, macanches, colambos, camaleones, pacazos, sapos, ranas, y otras clases de alimañas nunca antes vistos.

También hubo muchas enfermedades, pulmonares y estomacales parasitarias por la excesiva humedad y las aguas turbias de los ríos que tenían que beber. La gente tuvo que aprender a conseguir agua limpia tomándola directamente de la incesante lluvia que caía del cielo. Pero este no fue el único año de lluvias abundantes, pues como consecuencia de lo sucedido en 1925 se ha identificado y nominado como Fenómeno del Niño, y se ha venido repitiendo durante los veranos en la zona norte del Perú principalmente.

Por datos históricos se conoce que el fenómeno ha sucedido periódicamente por miles de años y del registro que tenemos desde el siglo pasado, éste se repitió en los años 1925, 1953, 1983, con  similares destruyendo puentes y malogrando carreteras, que aislaron por completo la comunicación vehicular con las ciudades de Chulucanas, Piura y Chiclayo. Pero si bien es cierto, que la abundancia de lluvias generó muchos problemas de salud y daños materiales, si hubo a cambio la parte buena que permitió que todo el valle y los cerros se volvieran a poblar de abundante flora y fauna, apareciendo plantas nunca vistas, así como pájaros y aves que se creían extinguidos.

Volvieron a crecer algarrobos, hualtacos, guayacanes, faiques, y hasta papelillos multicolores, llenaron de alegría el paisaje gris de los años  secos carentes de lluvias. En las décadas del 1940 a 1960 la única forma de transporte que se podía utilizar para trasladarse de Malacasí a Piura y otras ciudades, fueron los camiones de carga del señor Barreto, del Señor Julio Talledo con su camión “El Indio”, el gordo Rodrigo con su camión “El Tacaleño” el camión “San Rafael” cuyo propietario fue el suegro de doña Teresita Rivera Malara, don Humberto Palacios con su camión Chevrolet V-8, Don Miguel Ciccia Mercury que semanalmente pasaba por Malacasí cargado con café desde Canchaque hasta Piura llevando de paso a alguno pasajeros. También fueron famosos los camiones Huancabambinos “El Zorro” y “La Vuelta del Zorro” y en la última década de 1960, el ómnibus “Corsa Blanca”, que hacía madrugar desde las cuatro de la mañana a todos los Malacasínos que querían viajar a Piura por diferentes motivos, especialmente cuando padecían  algunos problemas de salud.

En esos tiempos fueron famosos los grandes lodazales que se formaban pasando Polluco, luego la quebrada de Río Seco, después el portachuelo del Urifico, y finalmente, La Laguna Verde pasando Carrasquillo, que causó más de un dolor de cabeza a los transportistas. También es recalcable mencionar, el servicio de transporte de Malacasí a Chulucanas que brindó por un buen tiempo con su camioneta, don Manuel Ignacio Guerra Távara conocido como Chito Guerra, dejando un buen recuerdo por la entrega que puso en brindar este servicio a pesar del pésimo estado de la carretera .

El Diluvio de 1983, igual que los dos anteriores, causó grandes daños y muchos sufrimientos, pero fue también una gran experiencia para todos, sobre todo porque se contó con información meteorológica que permitió conocer con anticipación la proximidad del fenómeno del Niño haciendo posible la amortiguación de los daños. A partir de la primera década del 2000 se construyó la pista asfaltada desde Piura a Buenos Aires y luego hasta Canchaque, con lo cual,  las antiguas penurias que se pasaban quedaron como un mal recuerdo.

Dejamos el retrato escrito de los tres diluvios que sucedieron en Malacasí en el siglo xx para no olvidar el legado de nuestros ancestros y cuando vean alguna chiscas blancas como la nieve rondando los campos de Malacasí, deban prepararse para esperar el siguiente diluvio.