DON PABLO BECERRA : EL CURANDERO DE MALACASÍ.
Don Pablo Becerra fue el curandero más famoso de la década de 1950, y a diferencia de otros muchos brujos que ejercieron su ocupación solapadamente. Don Pablo realizó esta actividad como una profesión ancestral, atendiendo a tiempo completo en su casa, ubicada en un lugar solitario al pie del cerro de Mangamanguilla. No se sabe cómo perdió un ojo, pero este lucía seco y con la cuenca casi vacía que infundía miedo, porque miraba como si estuviera apuntando con una escopeta dirigiendo el ojo bueno, como afinando la puntería para disparar. Este aspecto permitió el apelativo de Tuerto Becerra.
Era un hombre bajito, flaco, frente amplia, de hablar gangoso, como si estuviera embriagado, y parco con un vocabulario mínimo propio de su escasa cultura general, pero sabía comunicarse bien con sus clientes que acudían a consultarle sus problemas y enfermedades. Si bien Don Pablo Becerra no exhibió ningún logro importante o cura milagrosa, si gozó de una reputación de curandero bastante aceptable, más aun cuando en esos tiempos, la medicina alternativa era casi la única a la que se acudía cuando se padecían enfermedades.
Don Pablo Becerra se ufanaba de conocer todas las plantas medicinales del cerro de Mangamanguilla y la farmacopea que manejaba era abundante usando diferentes jarabes para las enfermedades sean corporales como espirituales. Solía realizar sus mesas de curanderismo por las noches haciendo beber abundantes pócimas de San Pedro, también conocidas como huachuma y también trabajaba con pócimas más fuertes como la Misha o floripondio que había copiado de los brujos de Huancabamba y de las tribus awajún de la selva norte.
A él acudieron, las mejores familias de Malacasí a consultarle sobre sus negocios, sus proyectos, sus padecimientos y enfermedades, así como sus males de amores. Sus clientes solían pagarle con largueza sus trabajos que realizaba, pero además lo llenaban de obsequios de víveres, ropa, zapatos y otros objetos valiosos de acuerdo con la solvencia del consultante. Su fama de curandero, se fue opacándose con el ingreso de los paramédicos y sanitarios que empezaron atender en las postas médicas y también con el mejoramiento de la educación en las nuevas generaciones que confiaron más en la medicina que en este tipo de prácticas de brujería y curanderismo.
El tuerto Becerra no vivió en Malacasí, pero muchos Malacasinos tuvieron en Él, como el único médico alternativo a quien confiar la cura de sus enfermedades, es por eso que hemos hecho este ligero retrato en blanco y negro, para que no olvidemos que nuestros antepasados también tuvieron su edad oscura en que la magia y la brujería fue parte de la vida de los habitantes que vivieron y creyeron, dado que eran sus únicas esperanzas, en un camino sin alternativas