DON MAXIMILIANO ROSALES : SOÑAR SU MUERTE.
suave embalsamador de la alta noche,
cierras con dedos tersos y benignos
nuestros ojos dichosos en tinieblas
y a salvo de la luz divino olvido
Poema al sueño de John keats.
Don Maximiliano Rosales, como casi todos los pioneros fundadores de Malacasí, llegó procedente del pueblo de Frías en las alturas de Morropòn y siguiendo el mismo sueño, trabajó muy duro para lograr una parcela, cuyo cultivo fue el medio de sustento para su diario vivir. Pero asimismo, en contacto con sus paisanos, logró descubrir, que poseía dones sobrenaturales, que le permitían ver las almas de los muertos, que se paseaban por entre las personas vivas sin causarle ningún temor, pero sin llegar a contactar ninguna conversación con ellas.
Igualmente descubrió que podía ver con anticipación a través de los sueños el día y la hora en que morirían las personas, hecho que lo aterraba porque tampoco podía develar tales secretos, ya que habría sido considerado como una persona desquiciada, pero una vez habiendo sido advertido durante el sueño, de la muerte de un familiar que iba a viajar a la ciudad de Piura, esto fue comunicado al sujeto de dicho sueño, pero éste, creyendo que era una locura, no hizo ningún caso de la advertencia y se embarcó en el el viaje, pereciendo irremediablemente como consecuencia del choque del vehículo en que viajaba contra un tráiler cargado con madera.
Desde entonces don Maximiliano, decidió guardar celosamente ese secreto y nunca más volvió a comentar sus sueño premonitorios anunciadores de alguna desgracia, para alguno de sus amigos o conocidos del pueblo de Malacasí, de manera que se volvió una persona muy reservada, huraña e inmersa en sí mismo, no conversaba casi con nadie, y la única forma de comunicarse con sus vecinos era colgando en la viga del alero de su casa, un racimo de plátanos de seda maduros y una fuente grande con mangos, paltas, ciruelas, guabas, mangociruelos o cualquier otra fruta de la estación, para la venta al público.
Don Maximiliano vivió acompañado por doña Ruperta Aponte y un gran perro negro llamado Quién de manera que si alguien llamaba a su puerta durante la noche, don Maximiliano contestaba en voz alta ¿¿¿Quién??? y entonces podía escucharse los potentes y fieros ladridos del perro que ladraba con furia, para asustar a quien pretendiera ingresar a la vivienda. En su ancianidad don Maximiliano, agotado por la vejez, optó por vender su chacra a la señora Jesús de Díaz e irse a vivir a Piura en casa de su hija, dueña de una panadería en el ovalo Bolognesi.
Por la tardes, don Maximiliano solía sentarse a la sombra y el frescor de los árboles de tamarindo y plantas de buganvilias que crecen en la plaza de armas de Piura, y ahí era visitado por sus amigos malacasinos, que lo encontraban siempre mirando un periódico al revés, porque no sabía leer y cuando le preguntaban.
¿Qué dicen las noticias don Maximiliano?
El respondía mirando las escenas de guerra de los periódicos ¡¡¡ Que barbaridad de mundo, están que se matan por adentro.!!! causando hilaridad, por lo graciosa de la respuesta.
En sus conversaciones, El aseguraba que llegado el momento de su muerte, estaría estaría completamente enterado y tranquilo porque en los tantos años que había visto a las almas de sus amigos, había desarrollado una amistad cómplice con ella, de manera que cuando ésta llegó, él tuvo tiempo de despedirse de todos sus familiares que lo tomaban como una broma. Y así fue, porque estando sin padecer ninguna enfermedad, habló con su hija y le comento que había soñado que caía en un pozo tan profundo y oscuro del la cual nunca podría salir, recomendándole que se preparara para su partida al otro mundo. Su hija no le hizo caso, pero esa noche, antes de acostarse, le dio un grande y sentido abrazo, luego se acostó y se quedó dormido para siempre. En la mañana siguiente al ver que no se levantaba para tomar el desayuno, ella fue a despertarlo, pero don Maximiliano no pudo levantarse porque su alma había volado a la eternidad.
Así fue la vida de don Maximiliano Rosales, que nunca manifestó ningún miedo a la muerte porque la conocía demasiado y estaba consiente que matrimonio y mortaja, del cielo baja.
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diciembre 2021.